Friday, October 15, 2010

Viernes, 15 de octubre de 2010, Baldwin Public Library

Todos somos mineros y no nos damos cuenta. Nuestras minas comprenden de largos túneles, donde uno mismo escarba su entrada y su salida. Todos tenemos nuestras propias pesadillas y sueños. Todos tenemos misiones, metas y roles por cumplir. Poco por poco, toda la ira, la rabia, la furia que me poseía se ha desvanecido y me hace reír como se posesiono de mis pensamientos y acciones. Gracias al ángel de la guardia, todas esas veces que busque peleas en los bares repletos de motociclistas, Harley Davidson, irlandeses, italianos, nunca me toco con el último timbrazo del ring. El mismo ángel de la guardia y varias circunstancias, de sitios, tiempo, clima, personajes, me han permitido vivir hasta el presente y poder repasar, en general, algunos de esos momentos como aventuras de un joven iracundo. Tantas veces que pudiera haber encontrado mi cara contra el puño o puñal de un desconocido, provocado, por estupideces y borracheras.

Me río de tanta rabia que me poseía y me controlaba. No conozco a muchos de mis amigos, durante todos estos años que hayan tenido aquel temperamento tan volátil. Y eso que nadie tenía una perfecta infancia o adolescencia; quizás mis amigos guardaban sus cicatrices mejor que yo, quien las llevaba tan cerca de la piel, en la manga, en las expresiones faciales. A veces tenia mas rabia que un perro callejero, de esos que me han querido morder en la pierna, cada vez que pasaba por el vecindario, caminando o en bicicleta. Eso si, hasta hoy, detesto perros que ladran de la nada, al viento, al movimiento de las hojas de los árboles, de las sombras en la noche.

Todos somos mineros y no nos damos cuenta. No nos damos cuenta por tantas distracciones superficiales, que nos ocupan la mente y tiempo; distracciones que se convierten en preocupaciones que mastican el tiempo del día y llega la noche, que nos deja tan agotados, para mas tarde pernoctar hasta la aurora del día. Algunos buscamos encontrar el camino correcto a diestras, otros en los libros, otros de quienes hayan sobrevivido experiencias similares, y otros hasta darnos con la frente de la cabeza en la pared y ver la luz de la herida. No tengo menor idea donde estarán los compañeros de la infancia y me contesto: para qué? ¿De que sirve ir atrás cuando mas lejos llegamos de lo que se dejo, que lo que falta por descubrir? Nos convertimos en animales cuando nos dejamos dirigir por los instintos básicos que buscan complacer el hambre, el frío, el sexo, la variedad.

Todos somos mineros, ayudémonos a salir de la oscuridad, hacia la luz que provee la verdad, la sinceridad, la hermandad, la comunión humana. Salgamos de la mina, como sea, con picos, taladros, palas, dinamita, herramientas, y simplemente con las manos que usamos para hundirnos en la oscuridad. Luz, tan solo luz esclarece cualquier sombra que deforme la silueta y su definición. Un día no tendremos que buscar lo material en las minas, cuando todo lo que se necesita esta ante nuestros propios ojos, en la plena superficie a nuestro alcance.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Baldwin Public Library

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