Wednesday, October 05, 2011

Los libros tienen ojos.




Al azar mientras contemplaba que tema escribir, se me cruzó la expresión en inglés: The hills have eyes – las lomas tienen ojos. Estando rodeado de libros de todas materias, gustos, selecciones, tópicos, etc., conjugué la expresión anglo – los libros tienen ojos. Por el cual, libro cerrado, ojo cerrado. A veces no queremos que nadie nos hable y cuando tenemos pereza mental, mucho menos queremos que las palabras de una página abierta nos hablen. Los libros tienen ojos y por eso relatan mucho, son testigos de mundos verídicos y ficticios; de mundos entreverados con la locura y la cordura.



Los libros tienen ojos y que ojos más grandes que tienes abuelita. Ahí permanecen los libros, callados, no excitan cuando sus carátulas permanecen cerca la una de la otra. Ahí, los libros cerrados no estimulan o provocan la próxima revolución, la idea que nace de otra, o que viene a ser la clave que revela el próximo secreto al gran entendimiento guardado en las entrañas y redes del cerebro.



Y cuando esos libros, esos ojos son quemados, como se ha registrado por los heraldos de los tiempos, de alguna forma vuelven a resurgir más fuertes que nunca. Sus raíces permanecen enterradas en la mente del hombre sabio; sus semillas aunque no todas germinen, alguna brotará a dar vida y sombra.



Tantos árboles que se han sacrificado para ser convertidos en libros. Tantos errores, borrones, redacciones, correcciones, y millones de horas consumidas por sus propios autores hasta dar luz a su preciada letra. Abre un libro para abrir la mente. No siempre estarás de acuerdo con su contenido, ¿pero no es mejor tener la opción de rechazar una idea nueva a que no ser presentado a una idea diferente de lo que uno confiere? ¿Acaso el crecimiento intelectual del hombre no consiste en probar ideas diferentes, a crecer por medio del error y pruebas de otros?



Los libros tienen ojos, y me miran según su humor y color: rojo enojado, azul templado, verde natural, café terrestre, amarillo alegre, luto negro, día gris. No hay que llegar al fin de un libro para terminar, sino continuar hasta el próximo enlace, el próximo peldaño en la gran escalera de la vida. Cada página debe ser saboreada: dulce, salada, agria, neutral, aburrida. Cada página puede ser vivida: activa, pasiva. Cada página puede ser rechazada como la negación retórica de un principio, un medio y un final.



Los libros tienen ojos y me doy cuenta que estoy bien acompañado. Gracias a esta biblioteca en el pueblo que vivo, Baldwin, Long Island, aunque tan solo raspe la superficie, es suficiente para estimular este cerebro que se convierte en un laboratorio de ideas, y que de algún modo, busco lograr una conexión con el lector de esta página suelta.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Julio 12, 2011, en Baldwin Public Library.



0 Comments:

Post a Comment

<< Home