Wednesday, December 12, 2012

Noticia apta a imprimir

Por muchos años la gente siempre me pregunta porqué no escribo mis poemas en inglés. Aunque no les respondo directamente, la verdadera razón es que no quiero que se burlen de mis versos o pensamientos. Además, salen del horno dentro mi cerebro en español, y no quiero diluir el mensaje por medio de una traducción artificial, que bien pudiera hacerlo si me daría las ganas. La pereza gana esa batalla. Una de las cosas que siempre termino por hacer es censurar mis propios pensamientos, no por ofensivos, sino por estúpidos o básicos. Con el periódico matutino New York Times tengo una relación de amor-odio, pero creo que es más por su contenido que su mensaje. Cansado estoy de la violencia, la cual es discernida por los mismos editores para mejorar la venta general.




En la última semana, el New York Times publicó dos artículos que provocaron una reacción de mi parte (usualmente me importa un comino las noticias, por mas trágicas que sean – llámalo apatía, o ya demasiado golpeado en los sesos para sentir algo): El primer articulo trataba que los menores latinos en las escuelas anglosajonas necesitan leer cuentos, historias con mas personajes latinos. Las opiniones habían a favor y en contra. No le veo ningún beneficio si no hacer notar más las diferencias en los mismos estudiantes, que en primer lugar no percatan. Envié unos comentarios para su página web, los cuales los administradores del New York Times tienen que leer antes de permitir cualquier postulación. Bueno, el periódico que claramente tiene el slogan “All the news fit to print”, o sea, “Todas las noticias aptas a la publicación”. Parece que mis opiniones sobre el artículo no llegaron a ver la luz del día. Quizás mis comentarios no fueron aptas para la audiencia, que en sí había mucha gente que tuvo la misma reacción que yo. Quizás habrá sido el tono de mis palabras, y eso que no usé ninguna mala palabra.



Este domingo en la revista semanal del New York Times había un señor que escribe de ética, y una de las preguntas enviadas al escritor trataba si una persona ética debe ir a un establecimiento comercial si sabe que trabajan inmigrantes “ilegales”. Bueno, en primer lugar me chocó como el señor respondió escribiendo que los ilegales cogen los trabajos de los anglosajones. Le quise corregir que los tal llamados “ilegales” ocupan (y no cogen) los empleos que nadie quiere por la paga baja. Por consiguiente, los “ilegales”, con lo poco que ganan, tienen que dormir “diez en un cuarto” para poder ahorrar un poco de dinero y también enviar a sus queridos unas remesas. El tema de los jornaleros en este país no es nada nuevo. Los jornaleros han existido en el bajo Manhattan desde los primero días cuando se establecían los italianos, irlandeses, judíos, etc., después de los británicos y holandeses. Incluso en esa entonces, los jornaleros vivían en condiciones inhumanas. Le quise escribir al señor que si quiere pagar más por su tajada de pizza, taza de café, hamburguesa, o servicios domésticos, que venga y pague más, pero ningún comerciante sobreviviría.



El estimado periódico no tiene ningún problema en atacar o burlarse de la iglesia católica. Tampoco tiene ningún problema en postular todos los domingos los matrimonios, en especial parejas del mismo sexo, dando datos de cómo se conocieron, edad, profesión, quienes son los padres (que tienen que estar aterrados si son conservativos). Tuve una gran rabieta con el periódico que reservando tanta información para hundir al, al ahora ex-, presidente Jorge Arbusto = George Bush, antes de invadir a Irak, que no lo hizo, lo que me dejó perplejo al no atacar al partido republicano cuando ellos favorecen a la ideología liberal. A pesar de todas sus imperfecciones, todas las madrugadas leo el periódico, porque la basura que publica el cochino de Rupert Murdoch es intolerable (véase foto de pobre hombre antes de ser atropellado por un tren).



No creo que Shakespeare escribió – traducir o no traducir: esa es la pregunta que postulo.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, diciembre 11, 2012, en Baldwin Public Library, unas noches antes del fin supuesto fin del mundo – sálvese quien pueda.



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