Monday, October 17, 2011

Algún día. . . ..








El principio es el comienzo y el fin, la oscuridad. Entre alfa y omega de la humanidad estamos nosotros los ocupantes de la tierra, y hacemos, aunque sea de forma indirecta, lo que nos de la gana al consumir por necesidad y placer. La otra mañana mientras ejercía en la bicicleta y después troté, cuestioné porque los animales no tienen que hacer lo mismo para mantenerse en forma. Por una de esas cosas que se le llaman epifanía contesté aquella cuestión tonta: ¿acaso vivir como animal entre humanos es cosa de conveniencia o de comodidad, como que si los animales comen de la misma comida procesada para el consumo de la populación? ¿Acaso los animales reciben tres platos cuadrados cada día y echan al desperdicio lo que no les guste o sobre? Los animales no tienen aquella ventaja, ni siquiera los tigres puede descuidar de su presa teniendo a los gallinazos o hienas detrás de sus restos.







Reconozco el limite de mis habilidades, físicas, mentales y espirituales. Pinto con los pinceles y colores que poseo, escribo y hablo con las palabras familiares, rezo un “Padre Nuestro” o un “Credo” a mi manera. La intención sigue siendo la misma, la exploración del mas allá, de lo que no es obvio, atravesar fronteras y unir los colores de todas las banderas. Mantengo el optimismo en que la humanidad logre algún día, aunque sea después de mi expiración, conviva en armonía, paz; sin la necesidad de llaves, candados, picaportes, fronteras, banderas, que separan al hombre de bien de su prójimo. Vivimos en tiempos en que no se distingue una oveja de una fiera, o de una llama incendiaria a calor humano.







Cada persona que nace, nace con desventajas. Si fuese jugador de naipes, saldría barajando 51 Jokers por un as negro de diamantes. Si jugara a la ruleta, siempre apostaría después de la parada. No todos somos iguales y aquellas diferencias son las que nos definen. Como dice el dicho en ingles, “No llores por leche derramada”, o por igual, “No te ahogues en un vaso de agua”, cada vez que nos aflige una ocurrencia emocional.







Se que muchos entre nosotros no creen en la religión, Dios, o una oración. También se que estaríamos mucho peor si no fuese por los millones de personas que cada día rezan; entonces algo tiene que ver y ser que esos mismos millones no se estén matando como los escépticos. Necesitamos un nivel de calma y serenidad, lo reclaman nuestros nervios.







A veces al leer los titulares del periódico, al igual que una persona que trabaja en la morgue, uno se pone inmune al sufrimiento del afligido. ¿Cuántas fotos de niños desnutridos con moscas en sus ojos y bocas serán necesarias hasta provocar una cesación a estas condiciones deplorables? De alguna forma, algún día, nos desataremos las manos y nos quitaremos las vendas de los ojos, y ojala que aquella liberación no sea demasiado para los que no estén preparados para el paraíso.







Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Julio 16, 2011, en Baldwin Public Library.



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