Nazco Otra Vez
Ninguno de nosotros estamos exonerados a la muerte y muy pocos puede predecir de que manera uno pateará el balde de la vida. Ni siquiera caminando en un barrio, supuestamente, seguro o de mala facha, la muerte no se anuncia, ni siquiera en la punta de un puñal, o en la punta de una bala dirigida a órganos vitales.
Cada vez que pienso, nazco otra vez. El pensamiento es vida, las penas son vida, la vida es tan compleja como el amor. La vida es tan compleja como tratar de explicar a un menor los principios de montar una bicicleta de dos ruedas. Todos tienen derecho a creer en Dios o no, a creer en milagros o no, y todos merecemos una oportunidad a una vida llena de experiencias, que nos ayuden a vivir los últimos días, los últimos años, dignos y con gracia.
Y a lo que uno va viviendo, vienen oportunidades. No sé porqué a otro colega en mi trabajo le ha dado por tratar de reclutarme para ser un diacono. Practico la religión, pero a mi modo, en mi tiempo, según mi estado de animo y humor. Mi colega dice que ve cualidades para ser un buen diacono. El colega me visita cada dos semanas, y habla por más de media hora en los beneficios que uno siente al ayudar al prójimo. No sé de verdad, nunca pensé en ser diacono y mucho menos sacerdote. Siempre he pensado que soy demasiado imperfecto para cualquier vocación religiosa, aunque si creo en el mas allá, en los poderes abstractos que llamamos Dios. No me veo estudiando unos cuatro años para el titulo de diacono.
Hay gente que ve algo en mí que yo mismo lo logro captar. Hace muchos años, cuando estaba estudiando para el masters de ingeniería civil, el profesor quería que siguiera estudiando para el doctorado. Le dije muy amable, que no gracias, que yo ya no podía abrir otro libro mas y ponerme a estudiar; tenia la cabeza saturada de teorías y formulas, de las cuales, pocas uso hoy en día. Claro que hay personas que solamente ven el potencial de superación, y quizás yo también veo el potencial en la gente por igual y les trato de animar a superarse. Quizás, todos necesitamos ese empujoncito para subir la escalera de la vida.
Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, mayo 20, 2011, en Baldwin Public Library.
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