Thursday, July 07, 2011

¿Qué me importa cara de torta?



No sé, como que pierdo el interés en muchas cosas que en sí son de interés popular. Hace tiempo que no me interesa los deportes profesionales: basketball, béisbol, fútbol, fútbol americano. Solamente si uno de los equipos locales está en las finales de un campeonato, ahí de repente tengo un poco de curiosidad, y muchas veces ni siquiera sé el nombre de los jugadores individuales. Creo que fue desde mis años en la universidad que perdí el interés en deportes profesionales, cuando me pregunté: ¿por qué debe importarme un comino la vida de un atleta multi-millonario cuando a él ni siquiera sabe o le importa de que exista? ¿Para qué gastar tanto tiempo en el sofá o en el estadio siguiendo a un deportista que tan solo me ve desde la distancia como una hormiga entre miles?



Antes también me importaba la política, incluso de joven consideré entrar a la política, pero siendo ciudadano de ningún país, no tenía tantas opciones abiertas. Sí seguía a la política local, y lo que antes consideraba un oficio de respeto e independencia, tan solo se estrelló ante los escándalos de corrupción e ineptitud, para tan solo dejar al poblado en peores condiciones económicas mientras llenando sus cuentas privadas en bancos lejanos. ¿Qué importa de que Bush fue un idiota o que Obama es el primero en su clase, cuando los mismos grupos de influencia tan solo les importa las ganancias en cada cuota trimestral? ¿Qué me importa de que Chávez cambia la constitución a su favor, o si la gente del Medio Oriente se mata a piedras?



¿Qué me importa la poesía de otros, cuando no me llega, no captura la ansiedad o la impaciencia por la inercia en que se vive? Por mas que leo la poesía moderna, nada conecta conmigo – ¿donde están los poetas malditos: Baudelaire, Bukowski, Ginsberg, de la nueva generación? Yo trato de representarlos, pero palabras necias, toscas, crudas caen en el abismo que se esconde detrás la profundidad del espejo narciso. Yo tampoco conecto con mis palabras, la audiencia me ha abandonado y lo peor es que no se adonde se fueron, para por lo menos seguirlos y “fastidiarlos”. Los pocos poetas que atemorizan a sus gobiernos terminan encerrados en calabozos de poca luz o muertos. La poesía debería tener el poder de derrumbar gobiernos, abrir ojos, liberar almas, dar alas para volar, estimular cuerpos y sentidos, y no terminar en las últimas paginas detrás de un crucigrama contestado o un menú de comida rápida china.



Obviamente no me importa lo que no me interesa en el primer lugar, y eso no quiere decir que no tiene carencia en su propio mundo, a diferentes personas totalmente ajenas a mi vida y circunstancias. No nos puede importar todo, por más que pretendamos tener una cordialidad con el vecino o una persona desconocida o el carnicero carismático. De que no me importe los códigos para escribir un programa de computadora no significa que no sea necesario para mi modo de vivir, o si desconozco los últimos datos de la medicina que algún día sea usado para salvarme de una enfermedad terminal. Y de que no me importe algo, no quiere decir que no despierte una remota posibilidad curiosa, porque eso si soy, curioso de todo y todos. La esponja de la curiosidad no se me ha saturado, y cuando llegue el punto, la exprimiré para empezar de nuevo con la misma cara de torta.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Abril 9, 2011, en Baldwin Public Library.


http://blogs.elespectador.com/elmagazin/2011/07/14/que-me-importa-cara-de-torta/

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