Monday, May 16, 2011

O J O S

¡Pero abuelita, que ojos tan grandes tienes!!! Si, para verte mejor.

Esta mañana, como tantas otras, me enjuagué la cara con agua fría del grifo. Muchas veces cumplo este rito sin mirar al espejo o a la misma imagen que proyecto. El espejo es aquella persona que te dice la verdad, tu estado físico, y si se mira a los ojos, se puede ver mucho a fondo. No me gusta el espejo para mirar a la cara o sus detalles: las arrugas, las pecas, los lunares, los cortes de la afeitadora, los granos negros. Tampoco me gusta ver todo alrededor mis ojos, el cambio de color del pelo a traves los años, los lentes de aumento, el despegamiento sobre la frente calva. Todo alrededor los ojos cambia, los ojos permanecen constantes, iguales, ni su tamaño cambia, ni su color (los míos cambian cuando estoy expuesto al sol en la playa y se ponen de un color combinación café-verdes).

No me gusta el espejo, porque cuando me esfuerzo a verme por dentro, tan solo miro a los ojos. No engañan, ni con la mueca de alegría bien puesta, como la que he ensayado toda la vida para demonstrar en la oficina o sitios públicos. Mirando a los ojos no puedo pretender, ni fingir, ni actuar – los ojos dicen todo. Los ojos no han cambiado para nada desde la infancia, y me imagino que no cambiaran en el futuro, salvo una condición médica o un accidente inesperado.

A veces pillo a los ojos cuando estoy alegre, y aquella alegría es tan contagiosa, que el cuerpo, mente y alma, coinciden, en armonía total; una riqueza inigualable. También, no por ser melodramático, me gusta ver los ojos tristes. En ellos encuentro una sinceridad tan pura, la piel de la naturaleza expuesta, el corazón humano al abierto.

Los mejores ojos que más resplandecen inocencia y alegría son de los niños. Aquellos ojos tienen un brillar como de mil soles iluminados, un brillar tan preciado por los cazadores de la felicidad. Mira a cualquier niño sano y veras aquel resplandor de mañanas en la primavera, donde el rocío sobre la piel de la flor, enaltece el colorido de la vida. Aquellos ojos no se pueden replicar, y aquellos ojos cargados de inocencia no son para todos – una vez que desvanecen, se los llaman adultos.

Otros ojos que valen la pena mencionar, son la de los enamorados. Pero los ojos de alguien que de verdad esta enamorado, y especialmente aquel primer amor juvenil. Claro, que uno se puede enamorar a cualquier edad, y la muestra está en los ojos. Los ojos se ponen mas intensos, y el caminar mas ligero.

Al enjuagarme la cara esta mañana, vi en los ojos, aquel muchacho buen mozo, listo para ir a su clase del 3er grado, con la ilusión de un futuro brillante, lleno de oportunidades, esperanzas, chances. Los ojos permanecen iguales y mantengo el optimismo dentro de los mismos ojos que han visto la belleza de la vida, la tierra, la familia y el futuro.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Marzo 25, 2011, en Baldwin Public Library.

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