Tuesday, May 10, 2011

Japón, Marzo 2011



La tierra esta inquieta,
La madre naturaleza se manifiesta,
Y el hombre aguarda sin poder toda su fuerza.



Si yo fuese el planeta tierra, yo también estaría inquieto. Inquieto de tanta destrucción y descomposición, solo para que el tal llamado hombre pueda, mas que nada hacer sus ganancias a costa de mis bienes naturales, sobrevivir y prolongar su delicada existencia. Todo al paso queda intoxicado, el mar, el aire, la tierra, y quien sostiene, mantiene todo a todo vapor.

La madre naturaleza tiene su forma, sin vacilar en decirlo, que está molesta. No le gusta nada de lo que esta sucediendo. Ella estuvo aquí millones de años que cualquier homo-sapien puso pie plano en la superficie terrestre. El hombre con sus necesidades y comodidades, tiene que (des)construir ciudades, carreteras, tan solo para poder negociar de una población a otra. El hombre en su propio sitio no sobreviviría con los recursos limitados a su región. En donde había bosques y ríos, se lo aplanaron y rellenaron, para poner una carretera de asfalto. Para tener asfalto, tuvo que excavar del fondo de la tierra. Para constituir los materiales químicos, agua en el proceso se quedó descompuesta. El agua escurre al fondo para subir de nuevo y caer como lluvia sobre la piel. ¿Cuántas veces mas puede la tierra filtrar las impurezas impuestas por el hombre? ¿Cuántas veces el ciclo de la vida y muerte puede repetirse, hasta dejar nada de vida natural?

Los terremotos, maremotos, huracanes, sismos, temblores, son el idioma de la tierra. Pero el planeta también se queja de ser nombrado tierra cuando la mayoría de la superficie consiste de océanos. Imagínese, decir que vivimos en el planeta Océano, en vez de la tierra; que la tierra es tan solo el espacio que ocupamos para nuestra sobre vivencia. Si los países cambian de nombre a través de la historia, no es tiempo que cambiemos el nombre del planeta para reflejar su verdadera identidad – H20 con sal.

Quizás todos los eventos catastróficos que suceden a nuestro alrededor, aparte de recordarnos de verdad quien manda, es una manera siniestra de los espíritus omnipotentes de cobrar nuestras infracciones en contra de Pacha Mama, la madre tierra. No hay remedio, no hay ninguna formula que los ingenieros puedan desarrollar para construir ciudades capaces de aguantar y resistir las fuerzas naturales de movimientos dinámicos, horizontales y verticales. Existen opiniones opuestas en el mundo científico de que el planeta se enfría o se calienta – ese debate no importa, lo que si cabe notar es que los recursos naturales se agotan. ¿Podremos reforestar los campos para apaciguar a la tierra? De ninguna manera, la tierra gira alrededor del sol, es un planeta inquieto, y se manifiesta a su manera, cuando y como quiere. Si el planeta quiere auto-destruirse, somos hormigas ante su fuerza bruta. Si el hombre quiere auto-destruirse, el planeta no llorará por nosotros. Quizás sonreirá y dirá – al fin se fueron los inquilinos.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, marzo 12, 2011, en Baldwin Public Library.

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