Monday, March 28, 2011

Sillas musicales o ponle la cola al burro Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, happy birthday to you! ¡Que alegría, otra vez celebrar otro onomástico! Jugaremos entre todos los invitados a ponerle la cola al burro, carrera de las vejigas infladas de agua, las sillas musicales entre tantos otros juegos improvisados. Pero quiero dirigir usando la metáfora de estos juegos a un tema que nos deja un poco atascado, pero más que nada a las mujeres jóvenes. Durante los tiempos del cortejo entre hombre y mujer, más que nada el hombre, dice hasta la imposible, lo improbable, lo ridículo con tan solo conquistar a la dama. Exagera sobre la profundidad de su amor, de la seriedad para mantener esta relación a flote. El hombre se traga todo lo que consiste de integridad (si es que la tiene en primer lugar) y promete la luna, las estrellas, todo el oro del mundo, las galaxias con tan solo un propósito. De llegar hacia las entrañas de la mujer. Nueve meses más tarde, abracadabra, ante los ojos de la audiencia, como en una fiesta de cumpleaños, en un acto de magia que ni Houdini escapa, desaparece el hombre de las promesas. No importa que se hayan casado o no, lo que si importa es que el hombre cazó su presa. Aunque por más divino hablemos sobre el milagro de un nacimiento de otro ser humano, los resultados en la vida de la mujer son predicables. De una manera perversa, porque mirar al dolor y la tragedia de otras personas, veo en la televisión un ejemplar de estas vidas averiadas. Mujeres jóvenes que en una vez soñaron con una carrera profesional o de una vida digna y respetuosa, tienen que posponer o enterrar en muchos casos, todo por un lado para salir adelante ella y la nueva vida. Mientras tanto el mismo tipo que dejó a la mujer embarazada y que ha desaparecido, aparece con un rescatador en la vida de otra mujer. Las palabras dichas como promesas, ya ensayadas y memorizadas, sirven para poner la cola de burro a otra mujer, en muchos casos muy ingenuas, y se repite la historia. Otra mujer embarazada del mismo hombre, y como picaflor, va de una flor a otra, dejando vidas estancadas, tan solo por unos momentos egoístas de placer. No codiciaras a la mujer de tu amigo, hermano, cuñada, colega de trabajo, padrastro, vecino, como sin tan fácil fuese poner un cartel para prevenir estos engaños. Las estadísticas se pueden buscar y encontrar, los efectos de estos eventos, no permiten a la sociedad salir adelante. No cuando hay tanta hambre, tanto desorden social, tanta necesidad de amar y ser amado. Pero las estadísticas no importan cuando en nuestra propias vidas y familias somos testigos, de mujeres que tienen que luchar por si mismas para salir adelante, para tan solo sobrevivir con lo mínimo. Bien fácil seria que de madre a hija se aconsejaran, que previnieran a las jóvenes de los riesgos y consecuencias de un embarazo no planificado. Nuestra naturaleza humana nos hace necios y tercos ante buen consejo, y por si, tenemos que aprender a las duras cuando no es necesario. Todos queremos sentir amor y ser amados, nada mal en aquel sentimiento tan puro; hay que ver la intención detrás las palabras “te quiero para siempre”, “eres la única”, etc. No se dejen poner la cola de burro o no jueguen a las camas musicales, que en esto, todos compartimos la responsabilidad. Disculpen que escriba un sermón, la realidad es cruda y hay que bajar de las nubes de vez en cuando. Y compadres, no tiene de qué agradecerme por relevar su esquema. Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Febrero 12, 2011, en Baldwin Public Library.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home