Friday, January 28, 2011

Desamparado



Otra vez en la biblioteca de Baldwin, Long Island. Aquí estoy, improvisando lo que voy a escribir. Usualmente cuando me siento, ya tengo por lo menos una semilla del tema que pienso elaborar. Este vez no. No tengo nada en mente. Hace una hora compré una taza “Tall” de Starbucks, que usualmente están cargadas de cafeína y me acelera las palpitaciones del corazón. ¡Que caro una taza de café pequeña, un dólar y sesenta y cuatro centavos! ¡Todo es caro, hasta la justicia y la libertad (piensa en el costo de retener un abogado). Nada ha cambiado con mi pulso, aunque si estoy molesto con el frío que me llega a los huesos.



El otro día que trotaba en la madrugada, pase por un vestíbulo, donde un desamparado (homeless) dormía en el piso, con unas cuantas cobijas sobre su cuerpo. ¿Cómo hace que su cuerpo aguante este frío polar? ¿Será que su corazón disminuye las palpitaciones para conservar la temperatura mínima que el cuerpo requiere para estas condiciones adversas (para uno, que se queja de las primeras gotas del agua fría que sale de la ducha)? Me pregunto como dormirá un desamparado, sabiendo que los “teenagers” siempre pasan a molestarlo. Yo dormiría con nerviosismo, también pensando que haría si una rata, tamaño de gato, corriera sobre mi cuerpo. Por acá la policía no lo molesta, pero antes se entendía que la policía de Long Island era muy estricta y siempre aplicaba hasta las leyes más oscuras del código. Supongo que si yo fuese desamparado, irían detrás los restaurantes, a ver donde botan la basura y los desperdicios de comida para ver si encuentro algo comestible. Creo que el cuerpo desarrolla una tolerancia en este estado, casi animalistico, para no pensar de donde o quien ha masticado la comida, o si tiene gérmenes, o enfermedades contagiosas. Para la búsqueda de comida, tendría una rutina de rotar los establecimientos donde tendría la mejor oportunidad de encontrar unas porciones para callar el hambre. Durante el día, supongo que en días fríos, pasaría el tiempo dentro la sala de espera de los trenes y perderme entre la gente que día a día sale a currar. Obviamente por mi apariencia, la gente sabría que no espero ningún tren de ida o vuelta, sino que la tierra cumpla su gira alrededor del sol.



Otra pregunta que siempre hago al ver un desamparado: ¿por qué? ¿Será cosas de la vida, de la ruleta del destino, la caída de dado por alguna decisión? Y la siguiente pregunta que ejecuto es: ¿Cómo saldrá de esto? ¿Querrá salir de esta condición? Lo que si debo reconocer, que un desamparado con tal solo sobrevivir las condiciones, la dureza de la calle, tiene un carapazo tan fuerte que ni Dale Carnegie tendrá consejo para resolver.



Muchas cosas se responden o resuelven con la ciencia, pero asuntos de la gente, la familia, la sociedad, nunca cabrán en ninguna formula desarrollada por la mas inteligente computadora diseñada por IBM o de todos los genios del mundo occidental. Por más que uno cree que ha llegado a descifrar a las decisiones que la gente toma, es cuando uno se da cuenta que nada es preciso o exacto como la forma perfecta de un número. No les puedo dejar ninguna receta o consejo para resolver las diferencias, y por eso, es que nadie puede contestar, y que no es una pregunta original mía - ¿a qué suena la paz?



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Enero 14, 2011, en Baldwin Public Library.

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