Friday, December 03, 2010

Periódicos

En la casa donde residíamos, ciudadela Urdesa Norte, en el puerto marítimo, Guayaquil (de mis amores, o también, La Perla Del Pacifico), mi tía abuela leía todos los días, incluyendo los fines de semanas y días feriados, su periódico entregado a domicilio, El Universo. Todas las mañanas ella buscaba la página con los anuncios de los sepelios; ella conocía a muchas personas siendo maestra de escuela primaria y secundaria, antes que asumiera la tarea de criar a mi hermano y yo, mientras nuestros padres forjaban el camino en EEUU. Así como la vida maestra, ella nos llenó con tantos consejos sabios, refranes, enseñanzas, que muchachos adolescentes, en aquel entonces, no llegábamos a entender cosas tan profundas, casi filosóficas.

El periódico con su típico formato como la mayoría en todo el mundo, tenía las más recientes noticias en los titulares con letras grandes en la portada. No importa cual era el tema o el sabor del día: huelgas, protestas, guerras, alza de precios, presidentes, militares, invasiones, resultados de los partidos de futbol, en fin, una cornucopia de eventos. La página editorial estaba escrita como en otro idioma, algo incomprensible para alguien recién aprendiendo a conjugar verbos irregulares, las capitales de los países, los nombres de las grandes cordilleras, ríos y lagos. Mi tía abuela me hacia buscar una aguja en un monte de palabras difíciles, fui así aprendiendo a buscar detalles por todas partes – algo que hoy en día me sirve en la profesión que ejerzo.

El periódico muchas veces refleja varios aspectos de cada uno de nuestras personalidades. Hay gente que prefiere leer la sección de los sucesos y empecinarse para decir que el mundo se acaba mañana. Otros prefieren la fidelidad a un equipo profesional de deportes, y seguir cada partido y cada estadística de los jugadores principales. Hay personas que prefieren reírse y van directos a los cómicos, o los dibujos políticos. Otros leen la bolsa de valores, la sección de negocios: compra y venta, en fin, para todos, de todo un poco. También habían los periódicos que se dedicaban a la crónica roja: fotos de personas ensangrentadas, apuñaladas; cadáveres rodeados de charcos rojos, etc., y esos periódicos se vendían como pan caliente de la tarde. Tenemos una fascinación con malas noticias y accidentes automovilísticos.

Unas personas me critican porque hoy en día leo el New York Times, me llaman liberal, o anti-conservativo, o algo por el estilo. Para mí, el nombrado periódico ofrece tantas opciones, tanta información de interés personal (aunque cabe mencionar que hay días que no me provoca leer nada). Pero también leo periódicos con opiniones diversas, opuestas; quiero saber y entender el argumento del otro lado de la moneda. Hoy en día, por medio del Internet puedo leer periódicos de cualquier país del mundo y enterarme como que si estuviera en el país del acontecimiento, como el reciente rescate milagroso de los 33 mineros en Chile.

Pronostican que los periódicos van a desaparecer, y hay que ver cual es la definición del periódico, si necesariamente tiene que ser impreso en papel, o si se le pueda seguir llamando periódico aunque aparezca en una pantalla que no deja mancha de tinta en los dejos. Noticias siempre habrán, incluso cuando todas las guerras y conflictos se hayan solucionado (eso hay que ver para creer, quizás no en mi tiempo terrestre). ¡Que vivan los periódicos, gracias por buscar la información y hacerla disponible!

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Diciembre 3, 2010, en Baldwin Public Library.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home