Friday, November 12, 2010

Santos

Desatados vinieron los lobos de las montañas en la región suburbana de los Catskills, en el estado de Nueva York. Vienen con la misma hambre de los osos y las fastidiosas moscas que pican con la rabia de una aguja caliente. Santa Cecilia, patrona de los poetas y músicos, ¿quién velará los versos que se esfuman ante la corriente informática y de sus seguidores cegados de tanta chatarra trivial? Santo Columbano, patrón de los escritores, vendrás en la hora de la hora, a cobrar cada verso mal apropiado, machucado, por cada imbécil que se llama poeta y tan solo escribe sin respetar la tradición de los juglares. En otros círculos atmosféricos me llamo Sal De Vate, la sal del sudor, la sal del mar, la sal – como que sal de aquí y nunca vuelvas más. En otros sitios donde las paredes se parecen a sus granos y defectos, soy el Reo Del Cigarrillo. Se caen las hojas secas de los arboles en el otoño como se caen los versos en los papeles que nadie usa; cae el proceso de poner un conjunto de pensamientos, hacer uso de la razón y la lógica, tan solo para disecar según la conveniencia filosófica las palabras de los payasos equivalente a los estudiados. Bien se dice que no todos deben ir a la universidad, ¿pero entonces, quien llenaría esas aulas y ocuparía el tiempo en banalidades? Esa misma gente necesita una pauta de ver televisión, cable, internet, videos, para poder, si me permiten una mala palabra en ingles, en-fuck-arse, en otras cosa, ¿cómo el porqué, cuando, donde, y el mismo cómo de han llegado hasta el presente?
Tal como las culebras que pierden su piel, vamos cambiando de prioridades. Un muchacho joven, en si, con poco de perder, que vive cómodo, tan solo piensa en complacer su cabeza pequeña, su pene. Y tendrá sus conquistas, y averíos amorosos, líos y distracciones. Unos años mas tarde, cuando el peso del tiempo, y sus prioridades han cambiado, y por cambios fisiológicos, su pene no le habla o responde como antes. De tanto vivir cómodo, se olvido como luchar, como sudar. Se olvidó a que se siente el hambre, cuando el estomago se encoje tanto y los ácidos empiezan a quemar las paredes interiores. Se olvidó que es el frio cuando no hay calefacción, o que no importa cuantas cobijas te tapan, porque te asfixias o te dan patadas los adolescentes por ser un homeless, de los cuales, yo seria el peor: mal humorado, enojado y con la rabia en los ojos de un lobo salvaje. No tendría orgullo en buscar desperdicios de comida detrás los establecimientos comerciales, donde sirve más de lo que uno humanamente puede consumir de un solo mordisco, es obsceno.

Vivimos y los cambios ocurren, uno sobre otro. La gente, ciudades, hasta uno mismo cambia, pero quizás no nuestras voces. Y los cambios mantienen a todo interesante, fuera del aburrimiento. La paz es aburrida, y del mismo aburrimiento entran ideas torcidas y nacen guerras. La guerra es un buen comprador de armas, la paz no.
A mi, déjenme en el aburrimiento, que nada me faltará, ni siquiera una gota de inspiración. De otra manera, tendré que invocar a Santa Cecilia o Santo Columbano, a ver si recuerda mis versos extraviados, mi voz o de mi simple ser. Les pediré limosnas, pero no robaré. No por temor a ser capturado, sino porque no tiene sentido cuando todos los de abajo estamos en la misma situación.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, viernes, 12 de noviembre de 2010.

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