Saturday, November 06, 2010

¿Predicciones? ¿Avisos? ¿Clarividencia? ¿Anuncios? Todos estos incidentes, accidentes, ocurrencias que a uno le suceden en el transcurso de la vida, ¿Qué son?

Una vez en la parte onda de la piscina en Astoria Park, Queens, solté la pared de la piscina y me hundí poco por poco. Lo único que veía era el claro-azul color del cielo y las paredes de la piscina. No se como sobreviví este incidente, tan solo con un esfuerzo súper-humano de arañar la pared hasta volver a la superficie. De toda la gente en ese momento que nadie me haya vista si es una curiosidad.

Una vez caminando del regreso de la primaria Espíritu Santo, a lo largo de la gran avenida, Víctor Emilio Estrada, en el barrio de Urdesa Central, Guayaquil, un perro rabioso que ladraba como loco logró resbalarse las varillas de la reja y me mordió el codo derecho a pedazos. No recuerdo como o quien me habrá salvado de una peor atrocidad. No se si quedé mas curado por la mordida del perro o las inyecciones que me pusieron alrededor del ombligo; le tengo fobia a los perros y las agujas.

En otra ocasión, iba ayudando a mis amigos en el barrio de Los Ceibos, quienes bajaban las lomas empinadas a toda velocidad en sus carri-coches. Estos vehículos eran compuestos de madera, y rulimanes. Yo les acompañaba bajando la loma como su mecánico, llevando una botella de vidrio llena de kerosín en la mano derecha. Tan veloz bajaba la loma la bicicleta, que el timón temblaba tanto y no pude controlar el timón con la mano izquierda. Perdí el control de la bicicleta, todo el lado derecho de mi cuerpo estrelló contra el pavimento y yo encima de la botella rota, sobre el kerosín regado en mi ropa. Tuvieron que llevarme a la Clínica Santiago para quitarme, pedazo por pedazo todo el vidrio que ocupó los poros del brazo derecho. Otra vez mas agujas.

Años después en la secundaria Monsignor McClancy, en East Elmhurst, Queens, jugando fútbol americano con los compañeros de la clase, al tratar de coger una pelota en pleno vuelo hacia mi, caí desde el aire en la nuca contra el césped de la cancha. No recuerdo mucho de las circunstancias, y a veces pienso que fue premeditado, aunque no lo puedo comprobar. Quedé en el Physician Hospital varios días bajo una coma. Recuerdo cuando me desperté en aquel cuarto del hospital, tan frío, tan estéril. Nunca pensé en venganzas, pero si quise saber exactamente que sucedió. Nadie colaboro con ningún otro detalle.

Todos tenemos en nuestras vidas, incidentes que son llamadas cercanas, como diciéndonos que estamos al borde del precipicio y tenemos que fijarnos en el camino que tomamos. Otras veces sin ser ningún aviso de nada, suceden estas ocurrencias como ensayos a fortalecernos, a servirnos como experiencias para años mas tarde ser testimonios de nuestras peripecias. A veces pienso que algún día enfrentaré el peligro, no lo reconoceré y toda previa advertencia habrá sido en vano. A veces pienso que una persona no necesariamente camina hacia mar por razones sentimentales o fatídicas, sino que uno se puede olvidar que no podemos respirar agua salina, hasta que es muy tarde para salir de vuelta. Todos queremos volar, pero solo en aviones; todos queremos nadar, pero solo por poco tiempo. No podemos ser lo que no somos, sino quienes somos destinados a ser.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Noviembre 6, 2010, Baldwin Public Library

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