He tratado de diseminar lo que me viene a la mente; creyendo que será de la vanguardia entre los temas que se discute a diario. Me imagino que en unos países con líderes en poder de poca capacidad mental, se sentirían amenazados por previas expresiones. En otras situaciones, otros líderes con demasiado poder, no tienen tiempo para desperdiciar en pequeñas moscas como yo. Me da pereza ir a la tertulia, o quizás será la intuición de que me vaya aburrir escuchando a otros poetas hablar de si mismo, o poetas llenos de rabia sin sentido, o poetas llenos de egos para inflar al mundo diez veces su tamaño. No quiero que por compromiso tener que aplaudir cuando de verdad me da ganas de salir volando. Tampoco quiero ir a un sitio para que alguien me diga que tengo que comprar un mínimo de tres cervezas, lo que en si, me ayudaría a olvidarme del pésimo estado de ánimo. Tampoco quiero sentirme presionado a comprar libros de poemas que de verdad, junto a los míos, terminan en el tacho de la basura. Por lo menos quémenlos para hacer una fogata en una noche fría.
Estoy bajo la lupa del microscopio y hacer calor. Si fuera hormiga ya me hubiera incendiado. Bajo la lupa viene la presión, y la presión inspira, no me hacer perspirar. Todo lo contrario. También el aburrimiento me inspira; de ahí viene la preocupación del futuro, la preocupación da vueltas a los tornillos dentro de la cabeza. Soy el rey del aburrimiento, donde la rutina provee la estructura a la disciplina, la disciplina molda a ciudadanos correctos. Para unos el ocio se confunde con el aburrimiento, y el ocio es la caldera de la maldad. El aburrimiento es un planteamiento a la velocidad del día, una pauta necesaria para escucharse a uno respirar y pensar. A veces hacemos las cosas sin pensar, como máquinas.
Al principio de este tratado, no tenía que decir, o escribir. Eso fue esta mañana. En cambio, ayer tenía un pocotón de temas que planeaba explorar. Parece que se me esfumaron las ideas de ayer y no regresaron. Quizás no eran importantes, pero ayer si lo fueron.
Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Noviembre 20, 2010, en Baldwin Public Library.
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