Tuesday, January 18, 2011

Bella, robusta, desnuda musa mía

Tú, quien no se esconde cuando las vacas están gordas, y alimentan el atrevimiento a poner gorra de escritor, poeta, redactor en el año 2011.


Tú, la bella, robusta, desnuda musa mía, coqueteas cuando buscas provocar, instigar, una pelea como amantes apasionados, acalorados; entregándonos a la lucha, a sudar por cada palabra y dejarlas caer al suelo para que la sombra del árbol las borre al fin del día.


Tú, la bella, robusta, desnuda musa mía, te posas ante mi, el ingenuo poeta que se traga todo el mar del libro grande con tan solo probar unos granos dorados y llamarte en altas horas de la noche para ser ignorado, suplica tras suplica.


La musa que veo ante mi tiene tinta de la Grande baigneuse que el maestro Picasso nos dejó mucho tiempo atrás. La musa que me busca se tiende bella, robusta, desnuda, en la playa, a broncearse entre tantas iguales a si y todavía la reconozco entre esa colonia de bellezas, que Botero intentó moldar con sus manos y llevarse al domicilio de la invención.


Manos, manos, manos. Tantas cosas atraviesan por las manos: tinta, pintura, metales, piel de mujer, piel de flor, arena y agua. Las manos hacen fuego para su calor y para destruir. Manos sin llagas y callos, son manos que no han hecho y visto lo suficiente para dar una opinión de la realidad humana. Déjame llevarte de la mano, musa, bella, robusta, desnuda, que quiero entrar y sentir la humedad de tus paredes.


Cuando me acueste y levante por la mañana, musa mía, llámame sin alguna timidez, que con las ansias de un joven amante, te esperaré para enredar nuestros muslos bajo las sabanas y dejarme tentar, provocar, y soltar el ansia que llevo dentro las venas.


Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, enero 5, 2011

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