Tuesday, December 14, 2010

Repetición/ contradicción/ contra-adicción


Soy impaciente sin tener personalidad Tipo “A”. Pero bajo el proceso arduo de la vida, la maduración a través de los tiempos, uno llega a medir que tanto vale enojarse por gusto. No me gusta la repetición. Nunca me ha gustado. Cuando estaba practicando en la Academia de Natación José M. Ferreti, repetición era lo único que conocía. Nadaba por horas, vuelta tras vuelta de 25 metros. Estilo libre, mariposa (el peor, el mas difícil), espalda (cuidado con la pared), y pecho (como una rana). Todos los días después de la escuela iba a la academia a nadar. Detestaba a mi entrenador, a quien nunca supimos su verdadero nombre, ya que todos le apodaban “Naranjilla”. Nunca lo vi nadar, pero si sabia explicar y exigir al pie de la letra toda la técnica de todos los estilos. “Naranjilla” era áspero, duro, y siempre llamando la atención a quien se distraía en el momento. Gracias a la personalidad de “Naranjilla”, años mas tarde, logre apreciar su insistencia, y nunca tuve la oportunidad de agradecerle. Quizás alguien le haya llegar el merecido agradecimiento y saludo fuerte. Paré de nadar cuando mudamos, no de casa, o bloque, sino del país, hacia el norte.


Pasó mucho tiempo después de eso que no nadé, sino de vez en cuando en alguna piscina llena de cloro de los hoteles veraniegos. No era lo mismo, no había pasión, no había competencia. Si oía a “Naranjilla”, corrigiéndome la técnica, y veía su cara, a pesar de que no había nadie aparte que mis hermanos.


Terminé la secundaria, hice los estudios universitarios, y me independicé de mis padres al tener mi primer trabajo. Poco ejercicio hacía, y de alguna manera nunca me engordé con esa carne de res llena de hormonas. Descubrí con un amigo al ciclismo, la bicicleta montañera, y me di cuenta que débil era. Los fines de semanas nos íbamos a los bosques, en pleno invierno, hacer ciclismo. Cuando hacia mucho frío, que después resultó ser gran parte del invierno, perdí mucha condición física y empezar en la primavera se hacia muy difícil.


Mi novia, y ahora esposa, trotaba alrededor una pista larga de un cuarto de milla. Vuelta tras vuelta, me le burlaba. Yo no entendía porque la gente se sujeta a dar vueltas para hacer ejercicios. Nunca entendí como los animales no tienen que hacer ejercicio para mantenerse sanos. La primera vez que intenté trotar, apenas pude hacerlo unas tres cuadras. De ahí empezó el bofetón, el reto. Yo creía que siendo ciclista estaría en buena condición física para hacer cualquier deporte. Descubrí al igual que el gran ciclista norteamericano Lance Armstrong, que trotar es mucho más difícil que hacer ciclismo.


Llevo mas de quince años trotando, todas las madrugadas, en cualquier estación del año, incluso en vacaciones al exterior, y no me canso. No repito la misma ruta y aunque al ojo del transeúnte, toda esta repetición pudiera aparecer aburrida. Lo que me distrae al trotar es que la mente se va de viaje mientras el cuerpo marcha. ¿Será así mejor emprender estas tareas, obligaciones, de ausentar el pensamiento y simplemente cumplir?


Me contradigo, y sigo adelante. ¿Y vos?


Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Diciembre 11, 2010, en Baldwin Public Library.

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