Friday, February 11, 2011

La mente



La mente, que demente, que genio y tan compleja. Yo, tu, el, nosotros, vosotros, ellos. Aliteraciones, repeticiones, dimensiones, complicaciones. El que escribe en primera persona, usualmente lo hace para biografías. El que lo hace en tercera persona, lo hace para relatos de ficción, fricción o ciencia. La mente inventa todo esto, altera, imagina.



Cuarenta grados de temperatura Fahrenheit desde setenta grados se siente como vivir en un frigorífico. Cuarenta grados de temperatura Fahrenheit desde diez grado se le llama primavera. Aun sigue siendo los mismos cuarenta grados, pero la mente dice otra cosa.



Los niños se burlan unos a otros; unos mas que otros. Palabras crueles que lo pueden dejar cicatrizado de por vida, que después uno pasa de terapia con la botella, el psicólogo, o escribiendo poemas.



Nunca me avisaron que todas esas cosas de qué yo me burlaba, me llegaría a suceder. De todas las burlas al gordo, feo, retaco, calvo, jorobado, como que karma me hace convertir en todos esos adjetivos clasificativos. O sea, si hubiera dado cumplidos, en vez de insultos, quizás no estaría en la condición física que me deja con achaques.



¿Quién sabrá de los muchachos a quienes me burlé, si algunos todavía andan resentidos o molestos después de más de treinta años? Constantemente le pido perdón a Dios por el maltrato físico, que de niño bestia, ciego y enfurecido, descargué con la ayuda domestica. Mi infierno se convirtió en su castigo, y nunca podré corregir el mal del ayer. Quizás el propio castigo será esta carga mental que llevo todo este tiempo, o si karma me corresponde, algún día, en mi tercera edad, me vendrá una golpiza que me deje tirado en la calle a sangrar.



Antes se decía, ojo por ojo, pero hoy es ojo por vida, y vida por generaciones de venganza; cosas de telenovelas o películas de Kung Fu.



La mente nos hace sentir bien o mal, por cualquier inexplicable motivo. Puede ser el decaimiento de los niveles de la azúcar en la sangre, el color del día, el brillo de la luna, una oportunidad perdida, una canción de los años 80, etc. No hay formula de calculo avanzado que pueda captar la complejidad de la mente.



Entonces, muchachos, pórtense bien, hagan tan solo el bien (sin importar a quien), cosechen haciendo actos anónimos de filantropía, respeten sus cuerpos, mentes y mayores. La fragilidad de la vida no se siente de joven, sino más adelante en el camino (el que no escucha consejo, no llega a viejo). Construyan puentes entre hermanos, familias, pueblos y ciudades. Y quizás así, no tendremos que retrazar los primeros años de la vida para entender el oriundo de las consecuencias y sus efectos.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Enero 28, 2011, en Baldwin Public Library.


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