Saturday, July 14, 2012

Demencia denuncia
 
El general le escribe cartas, pero Gabo esta con su demencia y no le puede contestar. Tan solo una voz familiar del pasado, una voz que dejó su mensaje grabado hace mucho tiempo, antes de cualquier crónica anunciada, o de sus malditas putas desgastadas del tabaco y aguardiente. De nada le servirá el tímpano a Gabo con su demencia, donde sus días serán como un nadador revolcándose perpetuamente bajo olas del mar.
 
Algún día, por herencia genética, el alzhéimer también jugara y conjugara, toda información, útil e inútil, que por los callejones de la mente rondaba. Así que simpatizo mucho con lo que Gabo atraviesa en estos días. No quisiera ser carga de dos cientos libras a mis seres queridos, y les he prevenido que me dejen en un hospicio o manicomio, donde ni siquiera me daré cuenta si es de día o si apagaron la luz del cuarto.
 
Que fácil es tirar la toalla a la vida, decir “me rindo”, y que alguien se percatará de mi suerte. Cuando de verdad, soy la persona mas preocupada del mundo, tan preocupado,  que la preocupación me tiene con canas antes de ser calvo, como una broma que no me permite conquistar a las jóvenes universitarias. Tan preocupado permanezco, que todo lo que escribo espero algún día que alguien tenga la cortesía y paciencia de leer de vuelta todo lo que he escrito, para ver si una rasgo de memoria saliera a la superficie enterrada por el Alzheimer.
 
A qué se sentirá la demencia – será como un dulce sueño despierto, o como el vacio que llena los ojos de un alma en limbo. Vendrá la demencia como un dolor de cabeza que revienta los sesos hasta explotar. Será la demencia como una persona que espera en el terminal terrestre de buses al amor que nunca existió. O será la carcajada maldita de la mujer gorda en el bar que esconde su dolor tras el lápiz de labio y mini-falda.
 
La furia, la ira, la impaciencia, la impotencia, me consume hasta hervir la sangre. Acaso seré como mi madre o un perro salvaje. Difícil dormir cuando en el cuarto hay un motor con sonido de avión perchado en la ventana, y le llaman aire acondicionador. Al fin del día, termino más cansado que una piedra atraída al centro de la tierra. Gabo habrá tenido sus buenos momentos, sus peleas, sus contrariedades, y todos los sinsabores que el carrusel de la vida nos trae en cada estación. Al igual que yo, si he tenido buenos momentos, acompañados y balanceados por los momentos ingratos. Y si, si quiero regresar en mi próxima vida como un cantante de música salsa, o un ciclista compitiendo en el Tour de France, o un nadador en las olimpiadas.
 
Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, en Baldwin Public Library, Julio 10, 2012.

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