Friday, April 12, 2013

Cuartilla - Muecas para todos

Tuve la opción de leer la revista semanal "New Yorker" o, ¿o qué? Repito, tuve la opción de leer y leer y leer. Pero cuando me vaya de este bendito planeta, quiero dejar más evidencia de esta simple existencia. Soy un hombre de pocas posesiones materiales, rico en el departamento de la felicidad. Hace tiempo que he hecho las paces con el Señor Redentor. He tratado de reconstruir cada puente roto hasta terminar de encontrar nada disponible. La mente se reactiva hasta en altas horas de la noche, cuando debería tener los pensamientos atorados en el pantano de palabras nulas. Pienso y pienso y pienso. No paro de pensar.




Me gustaría ver actividad eléctrica dentro del cerebro, ver como los nervios pulsan, reaccionan a sonidos, voces, y silencio. Tan frágil el cerebro, protegido por el casco llamado cráneo.



¿Qué hacer, leer o escribir? Aquella no fue la pregunta de Guillermo Shakespeare. En la mañana cuando leo el periódico, tan solo leo los titulares y quizás, lo máximo, un parágrafo si me parece interesante. Ya cuando uno ha vivido medio siglo, uno se da cuenta que muchas cosas se repiten: la violencia, la avaricia, la lucha por el poder, ignorancia y la estupidez. Cambiamos los nombres de los inocentes y las victima para proteger los derechos del presunto criminal. Todos somos culpables hasta ser declarados inocentes. Espera. Algo esta mal. Si.



Tanta gente que he conocido, no por nombre, sino por los sitios que he recorrido, sus gestos, sus vestimentas, su música, su comida, su ambiente, y eso es lo que me llevo en el baúl que se convertirá en comida de gusano. Con una simple palabra, hola, se rompe el hielo y se abre la puerta a un mundo lleno de amistad. No mantengo cuenta de cuantos amigos tengo, o he conocido, o he perdido, sino que continúo conociendo a más gente, por medio de la palabra, los hechos, los dichos. Saltando los trechos.



No se si escribo por dejar huellas más allá de la arena, o porque cuando faltan las palabras por decir, hay que escribirlas para que todos escuchen el mismo mensaje. Cuando escribo, menos chances de una mala interpretación pueden suceder. Pocas letras he dejado talladas en el tronco de un árbol, o en el pasamano de una rambla. Estoy seguro que aquel árbol se habrá caído o podrido, y aquel pasamano estará oxidado. Palabras y más palabras zumban dentro del cerebro, y por medio de la lógica, razón, trato de ponerlas en orden, que tenga alguna semejanza a un pensamiento congruente.



Dicen que todo lo que se comparte en el internet nunca se borrara, entonces, algún día en el futuro cuando las cucarachas y ratas son los últimos sobrevivientes, que estarán buscando el calor eléctrico de un monitor, y quizás podrán descifrar estas palabras talladas en el circuito cerrado de lo que una vez fue la humanidad prospera.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Abril 03, 2013, en Baldwin Public Library.



0 Comments:

Post a Comment

<< Home