Friday, February 17, 2012

La poesía no resuelve nada, pero si emborracha.




¡Qué loca es la vida! Unos segundos antes de escribir esto, iba a improvisar unas líneas, unos versos, que hasta ya me olvidé de qué iba a escribir. Pero aquí sentado en la biblioteca publica, entré a usar las computadoras para ver si alguien me empuja del precipicio para escribir algo relevante. Otra vez hubiera escrito de la falta de carencia en el mundo práctico lo que es la poesía.



Aquí, en este mismo momento a mi derecha, un señor de cuarenta y pico de años esta buscando empleo en el vasto mundo del Internet. Y se le ve muy tranquilo. Chucha, si yo estuviera buscando trabajo, o si estuviese desempleado por mucho tiempo, estaría lleno de rabia, quejándome de qué fácil les viene a otros tener cosas materiales en la vida.



A mi izquierda, se encuentra un joven de veinte y pico de años en el Internet comparando los precios de varios modelos de zapatos de caucho, de los que van a más de cien dólares, más impuesto, más el costo de envío. Y en el mundo donde todo está patas arribas, no entiendo como algunos mal paridos salen a robarse los teléfonos portátiles que lleva a la gente hipnotizados, que no se dan cuenta hacia donde caminan y como han crecido sus hijos.



El escritor, comentarista norteamericano, Andy Rooney, quien la semana pasada falleció a sus mil años de edad, todos los domingos en el programa televisivo de 60 Minutes, siempre se le consideraba como un cascarrabias, de alguien que se pasa la vida quejándose. ¿Para que quejarse si nadie escucha, a nadie le importa, y nadie hace nada? ¿Será que la persona llamada nadie estará más ocupada que los desocupados de Wall Street? Todos nos quejamos como la parábola de la niña que lloraba “lobo” para tan solo obtener atención. Quejarse se ha convertido en un pasatiempo que tan solo los mejores en quejarse logran algún grado de notoriedad.



Y el señor a mi derecha sigue llenando formularios en el Internet, buscando empleo, y ahora el muchacho a mi izquierda esta comentado en Twitter con sus amigos sobre el nuevo álbum del rapero Drake. ¿A quien de verdad le importa? Quizás yo me olvidé las bobadas que yo hablaba durante la adolescencia. ¿Y yo de verdad que es lo que quiero de todo esto que escribo? ¿Ser recordado cuando la mortalidad caduque? ¿Compartir ideas inteligentes con otras personas de gustos semejantes? ¿Ser millonario o ser reconocido en la calle? Cuánto consejo se ha divulgado del costo doloroso de la fama. Debería retener el anonimato, para así ser quien soy, decir lo que pienso, y pensar como quiero. Otra vez, la poesía no resolvió nada, y el mundo sigue en su misma orbita mientras el hombre día tras día sigue llenando millones de bytes en temas de ninguna importancia que logren el mejoramiento de alguna forma. La inspiración emborracha, eso si les digo, y ahora estoy pensando a mil palabras por segundo que todas están trabadas.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Noviembre 7, 2011, en Baldwin Public Library



Friday, February 03, 2012

Hormiga








Los aeropuertos modernos, internacionales, tienen la habilidad de hacernos sentir pequeños, insignificantes, como hormigas dentro una colonia. Yo trabajé en el aeropuerto internacional ubicado al sur del condado en Queens, Nueva York, por unos once años. Tuve la función de asistente a la gerencia de construcción y planificación de las carreteras para acomodar el crecimiento gradual de viajeros. Por igual, durante mi empleo, la mayoría de los terminales aéreos también crecieron, según unos cálculos y proyecciones de las aerolíneas en capacidad para pasajeros que entraban y salían del país.


Muy interesante la perspectiva de ser alguien que simplemente está supervisando la construcción de las carreteras, garajes, con la del consumidor, el viajero. No hay experiencia mas frustrante que ir al aeropuerto, con el estrés de encontrar el terminal, buscar estacionamiento, navegar dentro del terminal para encontrar la aerolínea que lo lleve a uno a su destino, ser registrado y revisado físicamente como un criminal antes de ser esposado. Antes viajar era una experiencia agradable, ambos para el viajero y el familiar o amigo quien lo acompaña hasta bordar o desbordar el avión. Uno podía ver a los aviones despejar o aterrizar en los balcones cercanos a las aeropistas, y pretender que de verdad podría ver aquella persona desde lejos sentado en la ventana del avión. Uno podía tan simplemente ir al aeropuerto como un lugar para pasar el tiempo conversando o estableciendo lazos sociales, servirse un plato de comida, unas bebidas, leer el periódico, ver la caída del sol, todo según el tiempo que uno dispone.

Hoy todo es corre-corre. Prepara los sentidos y los bolsillos para ser asaltado. Todo parece ser de empacarlo a uno como sardinas en lata, sal de aquí, adiós, y regresa rápido para poder cobrar el boleto. Cada sonrisa, amabilidad, cortesía es fingida; una mueca ensayada en la academia de pilotos o las clases de las azafatas. Quítate los zapatos, la correa de los pantalones, bota todo liquido; su maleta de mano tiene que ser pequeña, y le cobramos por cada maleta en exceso de ciertos kilos de peso. No te pares cuando te los digamos, come cuando te lo digamos, come lo que te demos (si es que te damos algo), abróchate el cinturón cuando te lo mandemos, y no mires a nadie de la tripulación con la cara larga. Si tienes frío – aguántate, y si tienes calor, por igual. Si estas incomodo, paga por un boleto de primera clase. Si no te gusta la película – cierra los ojos, y si no te gusta la selección de canciones en el audífono – cierra los oídos. En caso de emergencia, la emergencia será medida según la velocidad que el avión va descendiendo. Si tienes que conectar con otro vuelo en parada de escala, apúrate a pesar que llegamos tarde. Perdiste el vuelo de conexión – entonces acomódate en nuestras silla rígidas hasta el día siguiente. Si tienes hambre entre tanto, todo esta cerrado hasta el día siguiente. Y si no puedes dormir incomodo, no te quejes de achaques o dolores que eso no esta cubierto con la compra de su boleto.


Y el tamaño de los terminales nuevos es literalmente astronómico, donde uno se siente como hormiga. Mírame que pequeño soy bajo la lupa de la aerolínea; hazme sentir insignificante. Hazme correr entre terminales para tan solo decirme que el vuelo esta repleto y que tengo que mantener la compostura, después de casi haberme matado por la ansiedad de cumplir por mi parte de ser puntual. Viajar antes era la aventura de estar en tierras desconocidas; viajar hoy a veces es una experiencia que no se borra con ninguna disculpa.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Julio 9, 2011, en Baldwin Public Library.


http://blogs.elespectador.com/elmagazin/2012/02/08/hormiga/