Wednesday, January 25, 2012

Consejo del ego al id




Insultar por insultar no es creatividad.

Difamar por difamar no es provocar.

Decir malas palabras por decirlas sin contexto no es original.

Decir malas palabras por decirlas no te hacen adulto.

Decir malas palabras por decirlas no te hace ser respetado.

Decir malas palabras demuestra la pequeñez del intelecto.

Aprende de Charles Bukowski.

Aprende del poeta necio Rimbaud.

Aprende del poeta desconocido Wojtczack, Dirk.



Cualquier persona puede escupir por escupir.

Si escupes en contra el viento, ya sabes.

Si escupes con el viento, lejos llega el escupe.

¿Pero qué escupes? ¿Saliva? ¿Secreciones mocosas? Mocoso.



Si no estas nervioso ante el reto, entonces, ¿qué es la tembladera en las manos?

Si no te late duro el corazón, entonces, ¿qué te mueve?



En el camino encontraras voces y ruidos,

Ambas se parecerán, solo el oído las filtra – el cerebro interpreta, la mano ejecuta.

¿Quién es verdadero el portavoz de la creatividad?

El dolor, la ira, la sensibilidad. El talento vendrá después.

Pule la inspiración y serás entendido, y después aceptado.



El que golpea la puerta y espera que la puerta se abra por si misma, seguirá esperando.

El que golpea la puerta para ser observado, tendrá mejor posibilidad de que se la abra la puerta.

El que hace ruido por hacer ruido por más que emite sonido, nunca será escuchado.



La fuente y el origen de la inspiración no se pule, se pule el volumen. El que siempre grita, siempre espantará a su audiencia.

Doma esa rebeldía terca que te hace chocar el puño y cabeza contra la pared, que te hace el victimado en un mundo de almohadas.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Septiembre 24, 2011, en Baldwin Public Library.



Thursday, January 19, 2012

Lloró el sacerdote




Siempre serio. Siempre bajo control. Siempre dando ordenes a sus empleados fieles dentro de la rectoría. Siempre seguro de si mismo en todo momento. El Padre Steve, de la parroquia de San Christopher en Baldwin, Long Island, ahora monseñor, dio el sermón improvisado como siempre lo hacia. Él lleva mas de veinticinco años cargando las batas eclesiásticas, y ha estado en el mando de nuestra parroquia por unos seis años – la plaza de tiempo que la diócesis asigna a cada sacerdote, según las leyes canónicas proveniente de Roma, el vaticano.



He visto al Padre Steve en varias funciones, cumpliendo con los sacramentos según de los feligreses. El Padre Steve también es el capellán de los bomberos de varias parroquias cercanas. Cuando al padre Steve se le concedió el titulo de monseñor, fueron los bomberos quienes llenaron a capacidad los bancos de la iglesia. Solamente había cupo para los que deseaban estar a pie. Aquel día del nombramiento fue muy emotivo para todos los concurrentes, incluso para el mismo sacerdote.



Ayer, en la primera década de los ataques a la ciudad de Nueva York, los ataques perpetrados no solamente hacia los Estados Unidos, sino la humanidad desarmada, se le veía los ojos rojos del padre Steve. Quise pensar que eran mis ojos que me engañaban diagnosticar el color de sus ojos azules. Anticipé de que habría mas gente dentro de la iglesia, pero me equivoqué al verla media llena. No saben de lo que se perdieron.



En una de esas cosas donde todos los planetas del sistema solar están alineados una vez cada mil años o algo similar parecido, la primera y segunda lectura, y la lectura del evangelio trataban con el tema central del sermón apropiado para un día de luto nacional como el once de septiembre. El padre Steve empezó su sermón ya con nudos en la garganta y de ahí se empeoró todo lo que él tenia planeado por decir. Interpretó a su modo las tres lecturas, pero le costó más que nunca decir lo siguiente: Una de las bases fundamentales de la religión cristiana es de perdonar a los que nos ofenden, pero que él no puede perdonar a los que cometieron esta atrocidad el once de septiembre. Admitió que seria un hipócrita si les dice a los feligreses de hoy en adelante que perdonen a sus ofensores cuando él mismo no puede. Él pidió un pañuelito de papel a cualquiera de la audiencia, y una señora le extendió una. Le agradeció y siguió con su sermón: En mi vida como sacerdote hoy es la segunda vez que no sé como concluir éste sermón. La primera vez que le sucedió lo mismo fue exactamente hace diez años, el mismo once de septiembre.



El padre nos trató de levantar el ánimo haciéndonos recordar quienes somos. Somos la misma gente que el doce de septiembre, se preocupó en su vecino y pregunto: ¿en que puedo ayudar? ¿Hola, cómo estás? Regresemos a ese primer doce de septiembre a entregarnos, ayudarnos, y poner aparte cualquier inconveniencia en el nombre de la humanidad. A la salida de la misa, el padre Steve regresó a ser la roca de su parroquia, fuerte y seguro de si mismo, y estuve contento de verlo como siempre.



Recordaré siempre cuando el sacerdote lloró y supe que es humano.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, septiembre 12, 2011, en Baldwin Public Library.



Wednesday, January 11, 2012

Venta de libros por un dólar, baratos




Se prefiere escribir en la tercera persona, donde la pretensión libera a uno de cualquier asociación personal. Prefiero escribir en la primera persona para decir la verdad de una sola vez y no tener que recordar qué dije y cuando. Con la velocidad de obtener resultados inmediatos, el escritor no tiene que esperar al proceso completo para hacerse leer por el método tradicional del libro. Poco por poco, se dice, que el libro desaparecerá.



Shakespeare, Goethe, Faulkner, Maya Angelou y otros miles de autores esperaban en los anaqueles de la biblioteca pública de Woods Hole, Massachusetts, para ser vendidos por el precio modesto de un dólar. Entre todos estos libros, recuerdo una vez haberlos donados, estaban dos libros de mi autoría, “Dos mil seis”, “Anuncios de Impostor”, en venta también. Que dilema, compro mis propios libros para rescatarlos de ser echados a una fosa literaria para reciclar el papel, o dejos los libros con sus hermanos huérfanos. El egoísmo y narcisista me decían, cómpralos. El perezoso en mí dijo, que se jodan a su suerte, así como me ha tocado en esta vida. Quizás si nadie los sacó gratuitamente prestados, mucho menos que alguien los va comprar por un miserable dólar.



Ya los escribí, los doné, y dejé que circularan por la intemperie del mundo literario. ¿Qué mas puedo hacer – mimarlos? ¿De que me sirven esos mismos libros encerrados en la oscuridad de un cuarto cerrado? Los podría usar como pesas de levantar, o pretender que soy un hombre culto. De verdad, ¿cual era la probabilidad de que dos libros escritos en español en un mundo anglosajón sobrevivieran la inactividad? Me hice la ilusión que alguien quizás querrá practicar español, o en si, tendría interés en la misma poesía. O de ser descubierto por algún famoso escritor o crítico de la prensa que me ayudara a emprender un tour mundial promocionando la poesía. ¿Qué más puedo esperar? ¿Qué mas puedo hacer como escritor – no soy vendedor?



Mientras la tecnología mejora y disemina la información a velocidad de luz, se tiene que mantener los pies en la tierra bien planteados, sino la corriente del entorpecimiento nos puede llevar a un largo sueño, para más tarde despertarse y preguntarse - ¿Qué paso? Día tras día miles de palabras del diccionario pasan sin ser usadas y terminaran olvidadas, ni siquiera servibles para la venta baja como libros de segunda mano. ¿Será posible que las palabras dentro del diccionario se reduzcan en cantidad a unas figuras de cuevas? Si ya la prueba esta en el uso de un medio donde solamente se pueden usar 160 letras por mensaje. No vaya ser que nuestros cerebros se apaguen cuando la carencia de electricidad nos deje desconectados.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Septiembre 2, 2011, en Baldwin Public Library.

Tuesday, January 03, 2012

Garabatos








Al azar, desordenado, sin estructura, tamaño.







Nada concreto o especifico. Nada ambiguo o vago.







El si por si, no por no, nada con cada.







Sin principio, medio o final. Tiempo en estado vacacional, vocacional.







Nada forzado, nada forjado. Nada por pulir o brillar.







Ni estancado en el lodo o libre de fricción para rodar.







Rueda, llanta o llanto – libre de cualquier género y generalidad.







Me tiemblan los músculos faciales sin estar nervioso o preocupado.







Ni cabizbajo o lleno de falso orgullo. Ni tímido o arrogante o prepotente.







Conforme en la inconformidad; inconforme con el conforme.







Verso suelto de un perdido soneto; poesía libre de liebres y fiebres.







¿Qué me importa la apatía cuando la apatía me molesta?







Envidio a la envidia por ser egoísta en su envidia y si no fuera la envidia que me empuja a superarme, entonces que tiene de malo la envidia si todos mejoramos al mismo tiempo.







El que no quiere chismes, que no guarde secretos, y el que guarda secretos invente chismes fáciles de recordar como una verdad mentirosa.







Garabatos de tinta en un papel en blanco; al margen del titular del periódico. Un garabato en una foto que se parezca a un bigote o una barba y orejas de burros, para pasar el día riéndose cuando todos toman la seriedad en serio y no mofan el garabato.







Garabatos en la pared como un niño que toma un lápiz por primera vez y le llama libertad a su expresión.







Garabatos que rompen la monotonía y que no dicen nada al ojo ajeno.







Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Agosto 11, 2011, en Baldwin Public Library.