Tuesday, June 28, 2011

Einstein tuvo razón, todo es relativo

Respirar, que fácil hacer cuando no se tiene que pensar en hacerlo. Respirar, que difícil de lograr cuando los pulmones no permiten entrada o salida del preciado aire. Del pie al caballo al carro. De la roca a la tabla a la computadora. De cinta magnética al disco elepé al disco compacto a la memoria. De alguna manera progreso no permite retroceso, pero si melancolía, añoranza a tiempos mas lentos y clásicos. Como me hubiera gustado permanecer viviendo en Guayaquil desde 1977, cuando partí a EEUU, para seguir viendo el crecimiento y la explosión urbana de la misma ciudad. Vinimos a EEUU sin tener un punto de referencia, previa, a lo que consistía en Nueva York, lo que era la vieja ciudad.

Pero como Albert Einstein comprobó, todo es relativo, y todo punto de referencia como la bases de una comparación, es relativo. Quizás, si me hubiera quedado a vivir en Guayaquil, bajo una continuidad de treinta años o mas, los cambios en la urbanización serian mas leves. En mi caso, como regresaba de Nueva York a Guayaquil, en un promedio de una vez cada diez años, los cambios son más drásticos. Cuando visité a mi abuelo en su pensionado de jubilados, él quería salir a caminar desde ahí hasta el centro de la ciudad. Le dije, “abuelo, Guayaquil ha crecido demasiado, ya no se puede ir a pie, sino en carro”. No me creyó, y eso que estuvimos mucho tiempo en el taxi atascados en un tráfico sin fin, que daba la apariencia de que las distancias eran mas largas.

Desde lejos, como un observador novato, he visto al crecimiento de Guayaquil teniendo en cuenta a la infancia como un punto de referencia, donde todo parece más grande. En el pueblo del litoral ecuatoriano, ahora conocido como el Cantón Villamil, antes Playas, la distancia entre la casa de la tía-abuela al centro del pueblo, donde íbamos a la iglesia o jugar en los futbolines, era de unas seis largas cuadras. A la edad de once años, esas seis cuadras hubieran mejor sido comparadas a seis kilómetros. A mi presente edad, la distancia entre la casa a la iglesia, se llega caminando en menos de un bostezo. Todo es relativo, Einstein tuvo mucha razón.

Hace dos semanas en el periódico New York Times, salió un articulo destacando que las viejas maquinas de escribir estaban regresando de moda, y que hay un grupo de escritores en Brooklyn que se reúnen a escribir con el teclado duro y ruidoso. Una mención de un escritor afirmó que escribir en aquellas maquinas, le da un tiempo a sentir cada letra de cada palabra y existe una conexión mas profunda a la que existe hoy en día con la escritura con el teclado de las computadoras. Fácil viene, fácil se borra. Un error es un pestañeo. Borrón y cuenta nueva sin consecuencias. Tendré que rescatar del closet a la vieja maquina de escribir y cambiarle la cinta, que estará bien seca, para volver a sentir cada letra de cada palabra. Tenemos la tecnología de grabar los elepés al nuevo formato de las computadoras, pero hay mucha música que ya no refleja mi personalidad del presente. He crecido, he cambiado, no soy el mismo de antes.

Hay que sentir cada suspiro para apreciar la línea fina entre la vida, y bueno, lo obvio, la muerte. Ir atrás en nuestros hábitos no debería ser una novedad de museo, sino un derecho a conectar pasos tomados del anteayer al presente, como cada paso adelante viene después de uno atrás. Con pie firme, cada cuadra, de un punto al otro, con añoranza y certeza de haber presenciado y vivido una vida llena de experiencias.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Abril 8, 2011, en Baldwin Public Library.

Friday, June 17, 2011

Sequía

Sequía



Seco estoy esta mañana. No me refiero que ha parado de llover. Sino en el sentido que no tengo nada que escribir. Quisiera una mañana recoger el periódico y encontrarlo tan flaco y desnutrido por falta de noticias o eventos moribundos. A veces es increíble pensar que no nos tiramos del abismo a pico con tanta mala noticia impresa o comunicada. A veces cuando leo el periódico de Guayaquil, El Universo, lo que más me llama la atención, aparte de los problemas políticos y económicos, es la sección de los sucesos. Me pregunto si tras de leer esta sección, cualquier persona considerando viajar de turista a Guayaquil, si le provoca visitar sin tener la seguridad que el publico reclama y necesita para transitar.



Una vez estuve en pleno centro de Santiago, Chile, cuando vi de cerca de luz de día, un tipo se le acerco a otro, y sin anuncio o aviso, haló la gatilla de la pistola y le disparó al costado de la cabeza. Estuve en Santiago de turista hace más de 20 años y todavía lo recuerdo como que si fuese ayer. No recuerdo los detalles precisos de los sujetos, del agresor y la victima, sino la frialdad como transcurrió. Al día siguiente, de curiosidad, busqué en los periódicos locales si había aunque sea una reseña del crimen. Nada. No insinúo que para morir uno debe aparecer en la prensa como un grado de honor. Tampoco me imagino que ese crimen afectaría ninguna estadística sino nunca fue registrado por la policía local. En otra ocasión, estuve en un night club, pleno centro de Urdesa Central, Guayaquil, cuando vi de cerca de un tipo parado, caminó rápido, se acercó a otro señor que estaba bebiendo su ron con Coca Cola, y le dio un disparo detrás la cabeza. En esta ocasión, todos dentro del night club reaccionaron en pánico, un pandemonio, y por poco, mas personas hubieran quedado heridas en una avalancha de humanidad atrapada en una puerta pequeña. Todos los contenidos del cerebro de la victima cayeron en el mismo charco de sangre. Lo que me hizo reír, fue escuchar al mesero mientras todos trataban de salir, que paguen la cuenta de tragos antes de salir. ¡Ni loco!



Nunca faltarán noticias para reportar, lo que si faltara en si será el interés en ellas. A estas alturas cuando leo el New York Times en la mañana, tan solo leo los titulares, y si me importa o interesa, leeré por lo menos uno o dos parágrafos. No me imagino cuantas personas de verdad leen el periódico completo a diario. ¿Qué dirán los reporteros que salen en busca de la noticia para un tipo como yo? ¿Creerán los reporteros que ellos puedan cambiar o influir al mundo con sus relatos? Muchas veces opino que el periódico New York Times, poco o nada, reporta sobre los países latinos, y cualquiera a simple vista diría que todo está bien – todo lo contrario. Así por igual, el día que el periódico llegue a casa todo flaco y desnutrido, por consecuencia, no querrá decir que nada esta sucediendo en el mundo. ¿Será que a nadie le importa y nos rendimos?



Por ahora hay demasiada noticia para uno absorber y sentirse inútil. ¿Pondré un filtro o una persiana ante la habilidad de percibir y mantenerme distanciado con una frialdad del mismo asesino que presencié?



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Abril 2, 2011, en Baldwin Public Library.

http://blogs.elespectador.com/elmagazin/2011/06/20/sequia/

Wednesday, June 08, 2011

Cantar es algo que ustedes no me verán hacer, ni siquiera en la privacidad de la ducha. Los domingos durante la misa, hay tantas partes de la ceremonia en que la audiencia responde, como a un salmo o una oración cantada. Mudo quedo, ni siquiera muevo los labios para pretender que estoy cantando. No se en que rango de la escala musical o de las frecuencias grabadas mi voz cantando quedaría. Mi canto es una combinación del sonido rayando tiza en un pizarrón empolvado y del metal cuando los trenes dan la curva en la pista elevada cerca de Queens Plaza Station.



Solamente en mi mente canto y me gusta. Por una coincidencia, mi voz suena tal como la de la canción. Si es una canción de heavy metal, rock alternativo, salsa, o una rara melodía que me guste, en mi mente escucharé la misma tonalidad. No sé porque no canto en voz alta, no me debería importar como a muchas cosas que hago y no preocupa la opinión de la gente. Quizás no canto en voz alta como un favor de piedad a la humanidad, pues para que someterla a un peor castigo. Claro que pudiera cantar con un aparato que altere la voz, pero para que tanto engaño. ¿Para qué crear la ilusión de cantar y de repente alguien me pide que cante en capella? Quedaría como farsante, y eso si que no lo soy.



Así que no soy cantante ni lo seré. Y como no canto, tengo una pereza mental de aprender la letra de cualquier canción, y solamente escucho, o tengo el oído, para descifrar los instrumentos, los arreglos, los cambios de tiempo, modulaciones, efectos de coro y reverberación. Cuando hay gente que opina y se queja que no entiende la letra de las canciones, les digo que a mi no me afecta, porque pocas son las canciones que de verdad valen la pena entender lo que se ha escrito. Escucho al “ruido” de los instrumentos, por eso, música rock me conviene. ¿Qué demonios estará cantando el grupo Led Zeppelin o Deep Purple, cuando solo escucho el arreglo de las tres cuerdas básicas de rock? En los años 80 y 90 cuando el rock industrial era mi predilecto, escuchaba a grupos como Ministry y Skinny Puppy, y que orquestación con los sintetizadores y drum machines, que melodía detrás de todo ese “ruido” metálico artificial. Apuesto que los integrantes de esos grupos de música “industrial”, antes de grabar esas canciones, tenía la melodía en su mente o las descubrieron en momentos de silencio con una guitarra acústica. Los muchachos entran a ensayar sus experimentos musicales, distorsionan la frecuencia de los sonidos, y suena como metal sobre metal.



También escucho a música clásica, me ayuda a pensar y no tengo que andar tratando de adivinar que es lo dice la letra, porque letra no tiene. Sin haber estudiado la música clásica, reconozco que detrás esas composiciones, unos genios locos están detrás de esas notas, ¡y que mentes tan geniales! Una obra de Beethoven, Vivaldi, Schubert, dejan a uno rascándose la cabeza con tantos cambios de dirección en una sola composición, signos de un buen paciente en el asilo de los desquiciados.



No recuerdo bien como va el dicho, algo como “cantar es como rezar dos veces”, y mucho rezo en el silencio contemplando el horizonte detrás el parabrisa del carro.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Abril 1, 2011, en Baldwin Public Library.