Wednesday, November 24, 2010

Junkie



Junkie/ Junkie( Junkie ( Junkie

Maldito vicio que me quita del trance

http / www3/ daemon failure/ éter Net service

Toda extensión .com .org .gov .net.

Big Brother Google digiere tus datos -

Deletrea desastre inminente

Y me mantiene inquieto.



Frecuencia invisible,

Te busco por todas partes selváticas

Te necesito en todas partes automáticas

Cada segundo, minuto, en

Cada parpadeo de la señal

Llamado insolente y persistente.



He tratado de renunciar esta asociación

Y cada vez busco un portal donde inyectarnos:

En las venas sanguíneas, los ojos, los oídos;

Me haces inútil, me paralizas -

rompes el tren del pensamiento,

La cadena de concentración.



Desperdiciamos el tiempo, tu y yo,

En esta adicción cibernáutica

Soy/ somos / soy JUNKIE,

Este vicio nos invita a sus redes perniciosas,

Sin importar status o cuociente intelectual.



¿qué centro de rehabilitación habrá para un JUNKIE moderno?

¿habrán los mismos pasos que seguir como los alcohólicos,

O será de renunciar a frías como un adicto a heroína?

¿tendrá un sacerdote que exorcizar hasta la electricidad?



Log Off/ Sign Off? Log Out{ Hibernate$$$ Shut Down!!!



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Noviembre 22, 2010
Consejo para el dueño de un restaurante.



Me imagino que por muchos años, usted ahora dueño de restaurante, se habrá fajado tanto para así independizarse y tener su propio negocio. Usted habrá empezado bien joven, sin alguna meta y experiencia, detrás la cocina, lavando platos, día y noche. De lavaplatos, en el aquel entonces su jefe, le habrá dado una oportunidad de preparar los vegetales; con el cortado de la carne, pollo, pescado. De vez en cuando podías salir al piso a traer los utensilios, servilletas, y llenar los vasos de agua con hielo hasta el borde. Tomabas los pedidos y tratabas de no confundir los platos, y mucho peor, que no se te cayeran saliendo de la cocina.



Empezabas a tener contacto directo con el publico exigente e impaciente, pero perseverabas con mucho empeño. A veces trabajabas seis días todas las semanas, incluyendo los días feriados que la familia exigía tu presencia. Salías tarde en la noche, casi el ultimo tras apagar las luces, y haber dejado todo limpio y preparado para el día siguiente. Olías a todo lo que hacías, cloro, amoniaco, jabón de platos, y también a ajo, cilantro, comino, cebolla, tenias puesto como una colonia barata de afeitar.



Ponías atención al detalle de cada receta, y te promovieron a asistente del chef. Demostraste una habilidad rápida en aprender todo sobre la gastronomía y en poco tiempo asumiste el cargo de gran chef del restaurante. Tantos años detrás de la cocina y con el esfuerzo, sacrificio de tantas horas en frente de la llama, ollas, sartenes y calderas, pudiste ahorrar un poco de capital, y junto a un préstamo bancario, abriste un restaurante.



Pensaste en que nombrar al restaurante, en la renta mensual, cuanta venta seria necesaria para estar a flote, en que tipo de comida (plato étnico o según la demografía del barrio), en la experiencia del chef y sus ayudantes, la apariencia exterior e interior del establecimiento, y las meseras. Tenias planeado que clase de clientela querías atraer, entre ricachos, profesionales, universitarios, amas de casa, jóvenes de la secundaria y primaria, obreros y jornaleros, etc. ¿Debo tener meseras jóvenes, mayores, serias, con o sin experiencia, feas, atractivas, bajas, altas, etc.?



Y después de todo este largo laberinto, entro yo, el simple cliente. Obviamente muchos factores entran a mi decisión de ir a un establecimiento culinario: tipo de comida, apariencia, precio, el servicio, nivel de ruido, higiene del personal y los interiores, amplia de selección, etc. Iré una, dos o tres veces, y pediré el mismo plato que me guste, que incluso la mesera creerá que puede presumir cada vez que pediré lo mismo, y eso está bien hasta cierto punto. Pero encima de todo eso, le aconsejo señor dueño de restaurante – no emplee meseras con ojos tristes. Esos ojos me hunden de tristeza, y me traen mas preguntas de lo necesario: porqué tiene esos ojos así, desde cuando, hasta cuando, puedo YO ayudarla, etc.?



Se me quita el apetito, y esa tristeza es contagiosa que no me provoca regresar sin importar que favorable sea el resto del restaurante. Tampoco le pido que la despida a la mesera con los ojos tristes, pero dígale que se ponga sus ojos falsos alegres, todo en nombre del comercio, así como una actriz de novela. Tampoco estoy haciendo un llamado a que todos con ojos tristes sean aislados, fuera de mi alcance visual, pero la vida es demasiado corta, para que todos nos contagiemos de tristeza.



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Noviembre 22, 2010.

Saturday, November 20, 2010

Escribo para ser leído, para desahogarme. Leo para aprender y ver que otros escritores dicen, y para enterarme que sucede en nuestro mundo veloz. Increíble de que cinco vocales, y unas veinteipico consonantes, podamos tener tantas palabras, de donde provienen todos estos libros. Incluso, aquí mismo desde donde escribo, en la biblioteca de Baldwin, Long Island, estoy rodeado de libros antiguos, viejos, usados y nuevos; de varios temas. Aquí pudiéramos tener una avalancha de libros para enterrar a un pueblo completo, pero por igual, la ignorancia puede hacer lo mismo. Me vino esta mañana como una epifanía que escriba para usted, el lector – del presente y el futuro, cuando no esté entre ustedes. Como estúpido creí que debería escribir por pasión y después tratar de mercadear esta materia – por eso ahora escribo y postulo en el Internet. Yo se que tendré que lidiar con plagiadores, que sobran como cucarachas, porque carecen de originalidad y creatividad, y quieren presumir autoría de algo ajeno. Yo se claramente, que vendrán los copiones, los piratas de la letras y venderán fotocopias de mis libros. Me hace reír encontrar en la búsqueda del Internet la venta de mi libro que poco se ha vendido. Por igual, se me viene la idea que tiene que ser alguien conocido.

He tratado de diseminar lo que me viene a la mente; creyendo que será de la vanguardia entre los temas que se discute a diario. Me imagino que en unos países con líderes en poder de poca capacidad mental, se sentirían amenazados por previas expresiones. En otras situaciones, otros líderes con demasiado poder, no tienen tiempo para desperdiciar en pequeñas moscas como yo. Me da pereza ir a la tertulia, o quizás será la intuición de que me vaya aburrir escuchando a otros poetas hablar de si mismo, o poetas llenos de rabia sin sentido, o poetas llenos de egos para inflar al mundo diez veces su tamaño. No quiero que por compromiso tener que aplaudir cuando de verdad me da ganas de salir volando. Tampoco quiero ir a un sitio para que alguien me diga que tengo que comprar un mínimo de tres cervezas, lo que en si, me ayudaría a olvidarme del pésimo estado de ánimo. Tampoco quiero sentirme presionado a comprar libros de poemas que de verdad, junto a los míos, terminan en el tacho de la basura. Por lo menos quémenlos para hacer una fogata en una noche fría.

Estoy bajo la lupa del microscopio y hacer calor. Si fuera hormiga ya me hubiera incendiado. Bajo la lupa viene la presión, y la presión inspira, no me hacer perspirar. Todo lo contrario. También el aburrimiento me inspira; de ahí viene la preocupación del futuro, la preocupación da vueltas a los tornillos dentro de la cabeza. Soy el rey del aburrimiento, donde la rutina provee la estructura a la disciplina, la disciplina molda a ciudadanos correctos. Para unos el ocio se confunde con el aburrimiento, y el ocio es la caldera de la maldad. El aburrimiento es un planteamiento a la velocidad del día, una pauta necesaria para escucharse a uno respirar y pensar. A veces hacemos las cosas sin pensar, como máquinas.

Al principio de este tratado, no tenía que decir, o escribir. Eso fue esta mañana. En cambio, ayer tenía un pocotón de temas que planeaba explorar. Parece que se me esfumaron las ideas de ayer y no regresaron. Quizás no eran importantes, pero ayer si lo fueron.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Noviembre 20, 2010, en Baldwin Public Library.

Saturday, November 13, 2010

S a s t r e

Tela. Listo. Hilo. Listo. Sastre. No. Costurero. Tampoco. Simplemente, poeta de hilo y tela, tanto por cocer, tanto por explorar y el mundo todavía sigue girando. Tantas vueltas y no me mareo, ni siquiera por la marea bella de la costa Atlántica. ¿Por donde empiezo – será por los clásicos, los modernos, lo corriente, la graffiti de la calle, los anuncios de impostores y vendedores ambulantes? Buscaré la inspiración detrás el arte de la pintura: abstracto, cubismo, dada, nada. ¿Detrás de un garabato infantil? ¿Lo encontraré detrás la euforia de la adrenalina, de la victoria, la derrota? ¿Un empate que nada inspira? ¿Lo encontraré en el enfrentamiento contra otros poetas, cara a cara, o mejor dicho, pantalla a pantalla?

Por todas partes que los ojos atraviesan, toda superficie material, y hasta lo cósmico y espiritual; hay redención en todo lo que se puede, como un agricultor, cosechar para cultivar en buena temporada cuando la inspiración se derrocha como las caídas o las cataratas en la naturaleza. Soy hombre y animal; soy hombre-animal. Cuando pienso tomo pauta y reacciono, cuando reacciono sin pensar, soy tan simplemente una bestia común.

No todos en los tiempos presente van cabizbajos de la tristeza. Por todas partes la gente ambula y camina las veredas sin fijarse por donde van, tan solo por poner atención a una bobada que se llama correo electrónico, o un detalle parpadeando con su ojo intermitente. Todos no van cabizbajos, pero al mismo tiempo, no son felices con sus aparatitos de moda electrónica. No son felices ni con todas las compras de todo lo más reciente, la última versión de lo último; más veloz, más información, aun cuando el contenido del mensaje permanece tan vacío como un dulce suspiro. Todo lo dulce empalaga, y de vez en cuando se necesita agua para satisfacer esa sed intelectual. Cualquier persona ajena a los avances tecnológicos en los últimos se quedaría tan perpleja por todos estos aparatos que ocupan nuestras manos, nuestras mentes, nuestro tiempo. ¿Cuántas veces he visto en los parques a un niñ@ reclamando a su padre/madre: mírame, mírame, tan solo para recibir un gruño de respuesta? Aquellos mismos niñ@s algún día en el futuro les responderá con la misma frialdad apática. No consideren esto un reclamo a los que le cabe esta etiqueta, tan simplemente una observación de una persona que se da cuenta de estos intercambios (im)personales.

Sastre. Costurero. ¿Dónde está el zapatero enmendador? Acaso será de comprar, usar y después botar a la basura. ¿Ya no han crecido demasiado nuestras montañas de basura y desperdicio? ¿Ya no hemos empezado a rellenar el fondo del mar con basura? ¿Se han dado cuenta de que tan basura más consiste en el envase que del propio contenido? ¡!!Tanto cartón, tanto plástico!!! Las únicas personas que sobrevivirán en el futuro serán los que laboran con sus manos: carpintero, plomero, jornalero. ¿Y yo, de qué sobreviviré, un torpe ingeniero, un poeta idiota con su escaso vocabulario y conocimiento? Sé barrer, trapear, lavar. Hay que inventar dijo el inventor, y hay que escribir se le dice al escritor. La vigencia de uno consiste en marcar el presente con las escrituras y marcar el territorio como animal que marca su árbol.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, 13 de Noviembre de 2010, en Baldwin Public Library

Friday, November 12, 2010

S e c r e t o s

Secretos. Lo que uno mantiene en la mente y comunica con otra persona de confianza, de que no lo relatará a otra persona. Unos secretos se comparten: yo te cuento uno si me cuentas uno. Reciprocidad. Un secreto es eso, algo que se guarda, y a veces se puede usar como un arma de doble filo en situaciones de conveniencia. Unos secretos salen más rápidos de la boca, más que nada por el peso (no en libras o toneladas) que quita sueños, quita hambre. Unos secretos son confesiones que se cuentan a un sacerdote, pero que por varios motivos uno todavía no se siente desahogado. Un secreto no es un pedido de consejo, sino la transferencia de una carga. Me ayudas a cargar esta cruz, yo te ayudo con la tuya, en lo que pueda.

Uno de los secretos más raros es el que les voy a escribir, un secreto que potencialmente unos once millones de personas en EEUU pueden entender. No, no es que soy ilegal o que no tengo papeles – todo está al día. Este secreto consiste en algo que yo siempre escribo a usted el lector, si es que usted uno de los selectos lectores. Digo selecto lectores, porque la mayoría de ustedes están bien ocupados laborando uno, dos o tres empleos. Están bien ocupados tratando de poner el proverbial pan de todos los días. Están bien ocupados de salir adelante, honestamente, como sea, con la mente o con la tarea física que se requiere. Este secreto que algo que la gente anglosajona me pregunta porque solamente me comunico con la audiencia de esta manera.

El secreto que les revelo es que escribo en español; un secreto que puede llegar a los mismos once millones de lectores potenciales, y no el resto de la populación en EEUU. En si, varias personas me preguntan, ¿por qué no escribo en ingles, siendo bilingüe de papel y lengua? Y no les puedo responder algo inteligente, siempre contesto con una tontería, como que no me sale las ideas en inglés. Pero siento alguna aventura en incursionar en el idioma castellano, me siento como explorador atrevido; listo a estrellar cada vez que cometo un error o llego a un callejón sin salida, que consiste en saber la palabra en inglés, pero no en español. Siento que escribir llevo conmigo las mismas tres embarcaciones al nuevo mundo de Américo Vespucio, y no en las barcas de los vikingos o de los holandeses o británicos. En mi mesa de noche, me acompañan varias versiones de diccionarios: Inglés a español y viceversa, de español y sus sinónimos. Bien gastados están de tanto uso tras año y año taladrando con el pico esta piedra, que por dentro es oro puro. Obviamente pudiera responder que escribo en español por que es una de las lenguas románticas, pero nunca escribo de romance, sino de melancolía, de mañanas, del pasado dulce de mi infancia, o experimentar con ideas que en inglés simplemente yo consideraría como estúpidas. Cuando escribo en español me atrevo a explorar el idioma que aprendí a hablar de pequeño y que con tan pocos años estudiados en la primaria, me dan suficiente munición para descargar esta mente loca.

Pues, así es, este es el gran secreto que les comparto, y espero que no se lo cuente a más de las once millones personas que lo entienden aquí en EEUU.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Noviembre 12, 2010, en Baldwin Public Library.

Santos

Desatados vinieron los lobos de las montañas en la región suburbana de los Catskills, en el estado de Nueva York. Vienen con la misma hambre de los osos y las fastidiosas moscas que pican con la rabia de una aguja caliente. Santa Cecilia, patrona de los poetas y músicos, ¿quién velará los versos que se esfuman ante la corriente informática y de sus seguidores cegados de tanta chatarra trivial? Santo Columbano, patrón de los escritores, vendrás en la hora de la hora, a cobrar cada verso mal apropiado, machucado, por cada imbécil que se llama poeta y tan solo escribe sin respetar la tradición de los juglares. En otros círculos atmosféricos me llamo Sal De Vate, la sal del sudor, la sal del mar, la sal – como que sal de aquí y nunca vuelvas más. En otros sitios donde las paredes se parecen a sus granos y defectos, soy el Reo Del Cigarrillo. Se caen las hojas secas de los arboles en el otoño como se caen los versos en los papeles que nadie usa; cae el proceso de poner un conjunto de pensamientos, hacer uso de la razón y la lógica, tan solo para disecar según la conveniencia filosófica las palabras de los payasos equivalente a los estudiados. Bien se dice que no todos deben ir a la universidad, ¿pero entonces, quien llenaría esas aulas y ocuparía el tiempo en banalidades? Esa misma gente necesita una pauta de ver televisión, cable, internet, videos, para poder, si me permiten una mala palabra en ingles, en-fuck-arse, en otras cosa, ¿cómo el porqué, cuando, donde, y el mismo cómo de han llegado hasta el presente?
Tal como las culebras que pierden su piel, vamos cambiando de prioridades. Un muchacho joven, en si, con poco de perder, que vive cómodo, tan solo piensa en complacer su cabeza pequeña, su pene. Y tendrá sus conquistas, y averíos amorosos, líos y distracciones. Unos años mas tarde, cuando el peso del tiempo, y sus prioridades han cambiado, y por cambios fisiológicos, su pene no le habla o responde como antes. De tanto vivir cómodo, se olvido como luchar, como sudar. Se olvidó a que se siente el hambre, cuando el estomago se encoje tanto y los ácidos empiezan a quemar las paredes interiores. Se olvidó que es el frio cuando no hay calefacción, o que no importa cuantas cobijas te tapan, porque te asfixias o te dan patadas los adolescentes por ser un homeless, de los cuales, yo seria el peor: mal humorado, enojado y con la rabia en los ojos de un lobo salvaje. No tendría orgullo en buscar desperdicios de comida detrás los establecimientos comerciales, donde sirve más de lo que uno humanamente puede consumir de un solo mordisco, es obsceno.

Vivimos y los cambios ocurren, uno sobre otro. La gente, ciudades, hasta uno mismo cambia, pero quizás no nuestras voces. Y los cambios mantienen a todo interesante, fuera del aburrimiento. La paz es aburrida, y del mismo aburrimiento entran ideas torcidas y nacen guerras. La guerra es un buen comprador de armas, la paz no.
A mi, déjenme en el aburrimiento, que nada me faltará, ni siquiera una gota de inspiración. De otra manera, tendré que invocar a Santa Cecilia o Santo Columbano, a ver si recuerda mis versos extraviados, mi voz o de mi simple ser. Les pediré limosnas, pero no robaré. No por temor a ser capturado, sino porque no tiene sentido cuando todos los de abajo estamos en la misma situación.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, viernes, 12 de noviembre de 2010.

Saturday, November 06, 2010

¿Predicciones? ¿Avisos? ¿Clarividencia? ¿Anuncios? Todos estos incidentes, accidentes, ocurrencias que a uno le suceden en el transcurso de la vida, ¿Qué son?

Una vez en la parte onda de la piscina en Astoria Park, Queens, solté la pared de la piscina y me hundí poco por poco. Lo único que veía era el claro-azul color del cielo y las paredes de la piscina. No se como sobreviví este incidente, tan solo con un esfuerzo súper-humano de arañar la pared hasta volver a la superficie. De toda la gente en ese momento que nadie me haya vista si es una curiosidad.

Una vez caminando del regreso de la primaria Espíritu Santo, a lo largo de la gran avenida, Víctor Emilio Estrada, en el barrio de Urdesa Central, Guayaquil, un perro rabioso que ladraba como loco logró resbalarse las varillas de la reja y me mordió el codo derecho a pedazos. No recuerdo como o quien me habrá salvado de una peor atrocidad. No se si quedé mas curado por la mordida del perro o las inyecciones que me pusieron alrededor del ombligo; le tengo fobia a los perros y las agujas.

En otra ocasión, iba ayudando a mis amigos en el barrio de Los Ceibos, quienes bajaban las lomas empinadas a toda velocidad en sus carri-coches. Estos vehículos eran compuestos de madera, y rulimanes. Yo les acompañaba bajando la loma como su mecánico, llevando una botella de vidrio llena de kerosín en la mano derecha. Tan veloz bajaba la loma la bicicleta, que el timón temblaba tanto y no pude controlar el timón con la mano izquierda. Perdí el control de la bicicleta, todo el lado derecho de mi cuerpo estrelló contra el pavimento y yo encima de la botella rota, sobre el kerosín regado en mi ropa. Tuvieron que llevarme a la Clínica Santiago para quitarme, pedazo por pedazo todo el vidrio que ocupó los poros del brazo derecho. Otra vez mas agujas.

Años después en la secundaria Monsignor McClancy, en East Elmhurst, Queens, jugando fútbol americano con los compañeros de la clase, al tratar de coger una pelota en pleno vuelo hacia mi, caí desde el aire en la nuca contra el césped de la cancha. No recuerdo mucho de las circunstancias, y a veces pienso que fue premeditado, aunque no lo puedo comprobar. Quedé en el Physician Hospital varios días bajo una coma. Recuerdo cuando me desperté en aquel cuarto del hospital, tan frío, tan estéril. Nunca pensé en venganzas, pero si quise saber exactamente que sucedió. Nadie colaboro con ningún otro detalle.

Todos tenemos en nuestras vidas, incidentes que son llamadas cercanas, como diciéndonos que estamos al borde del precipicio y tenemos que fijarnos en el camino que tomamos. Otras veces sin ser ningún aviso de nada, suceden estas ocurrencias como ensayos a fortalecernos, a servirnos como experiencias para años mas tarde ser testimonios de nuestras peripecias. A veces pienso que algún día enfrentaré el peligro, no lo reconoceré y toda previa advertencia habrá sido en vano. A veces pienso que una persona no necesariamente camina hacia mar por razones sentimentales o fatídicas, sino que uno se puede olvidar que no podemos respirar agua salina, hasta que es muy tarde para salir de vuelta. Todos queremos volar, pero solo en aviones; todos queremos nadar, pero solo por poco tiempo. No podemos ser lo que no somos, sino quienes somos destinados a ser.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Noviembre 6, 2010, Baldwin Public Library