Tuesday, May 31, 2011

Mejor que yo



Lo que voy a escribir no lo hago como un acto de inmolación, sino como un reconocimiento para aquellas personas que, sin anuncios, elogios, o propaganda, como actos de filantropía, ayudan a otras personas. Altruismo, no. Si, ayudar a otras personas, que al principio son totalmente desconocidos y que después de poco tiempo vienen a ser parte de una familia bien grande, aunque un poco desarreglada, la familia humana. Nosotros por naturaleza somos animales racionales, pero mas que nada sociales. Nacemos y morimos de la misma forma, nacemos con los primeros suspiros de aire y padecemos cuando el corazón dice “basta”.



Tengo el privilegio raro de ser testigo de las buenas obras que muchos voluntarios hace a diario, desde lo más básico como aprender inglés hasta, por falta de mejores palabras, un talento para poder sobrevivir en este mundo moderno. No es fácil aprender ingles cuando eres una joven, cargando al costado un infante, sin saber que traerá el futuro, y las palabras no se pronuncian como se ven deletreadas. El inglés también tiene sus verbos irregulares que aumentan a la confusión del aprendizaje.



Otras buenas obras que veo de los adultos que tutelan a los jóvenes de la primaria y secundaria con sus materiales difíciles. Que fácil seria para estos adultos tirar la toalla o hacerse de la vista gorda y vivir su vida. Estos adultos, con una paciencia que llenaría al río Hudson, con tranquilidad repiten y explican las teorías, los conceptos, hasta que los jóvenes logren entender la materia escolar.



También hay que dar testimonio a los abuelos y abuelas, que por cuantiosos motivos, se encargan a criar y educar a sus nietos, ya cuando deberían estar gozando de sus frutos y de su jubilación. Repiten la misma rutina diaria de cuando como jóvenes adultos, levantaban y preparaban el desayuno para que los muchachos vayan a la escuela. Muchos abuelos con todos sus achaques e impedimentos físicos, luchan para que sus nietos salgan delante de un futuro previsto a repetirse sin su ayuda.



A todos los voluntarios que trabajan en los hospitales, ayudando a los doctores y enfermeras, visitando y conversando con los pacientes, ahuyentando al fantasma de la soledad que acompaña a los que quedan tirados en una cama de hospital.



En si, gracias a gente como ellos tenemos un mundo mejor; gracias a ellos sus obras se multiplican y repiten a diario, en el anonimato de nuestras vidas. A ellos, por su gracia, generosidad, los considero mejores que yo. Y no hay nada malo en eso, pero si me pregunto, ¿qué espero yo para unirme a esa legión de buenas personas?



Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Marzo 19, 2011, en Baldwin Public Library.

Tuesday, May 24, 2011

Fayando en las fayas

A pesar de que nací a miles de kilómetros de la costa, del mar, de la playa, siempre necesito estar cerca de aquel cuerpo líquido, salado. Quizás en otra vida anterior habré sido un delfín, el animal que tengo tanta afinidad por su forma y estilo de nadar, por la geometría completa en todas sus dimensiones, en aquella cara tan amable y bondadosa. Como ser humano, tuve que enseñarme a nadar el estilo mariposa, porque por más que el entrenador de natación, Naranjilla, trato de explicarme la secuencia y los movimientos dinámicos del estilo, no los logré en asimilar. Aprendí el estilo mariposa una vez que me retiré del deporte y lo probé en las piscinas de los hoteles o al costado de las olas del mar.

En otra vida, anterior o posterior, me hubiera sido cantador de música salsa o cumbias o vallenatos. O por igual, me hubiera gustado ser pianista de la misma música. Me encanta ver las caras de la audiencia, cuando en coro, cantan tus canciones, o cuando la gente se emociona al escuchar el ritmo sincopado del piano. Pero no lo aprendí, no por falta de oportunidades, sino por la impaciencia en aprender lo que no viene natural. Siempre me frustraba tratar de leer las notas musicales, y más me frustré de niño, cuando mis supuestos amigos se burlaron de mí y dijeron que solamente niñas tocan el piano. Tampoco encontré ninguna incentiva en tocar en un pedazo de cartón, en la forma de los teclados – no se oía nada al tocar el cartón, y la maestra de piano me mandaba a practicar las canciones en algo que no tenia sentido. Eso si, aprecio mucho a los cantantes y músicos que lo hacen parecer bien fácil, cuando detrás de esos movimientos, no se ven las horas de practica, los sacrificios emprendidos. También se que no hay nada igualable, al componer una nueva pieza musical y que suene original.

Los artistas se inspiran de otros, de la nada, del movimiento, sufrimiento, caos, desorden, sangre, muerte y la oscuridad. Los artistas nutren sus musas de las maneras más naturales, en cualquier momento, cualquier sitio, bajo cualquier circunstancia. La inspiración equivale a la creatividad, a la vida, la continuidad, a la prolongación hacia el futuro, por mas incierto que las malas noticias nos hagan sentir. Para los que me han seguido, leyendo estas cuartillas, inmediatamente se darán cuenta que no soy un escritor que haya seguido el camino didáctico en las universidades, sino que soy el observador del momento. Si que he tenido equivocaciones y que a veces me contradigo; quizás como un mentiroso que no se recuerda que mentira le dijo a quien, no me recuerdo definitivamente que dije y cuando. No por inconsistencia; quizás por la fluidez de la vida, como los caminos que la misma agua se adapta. He cometido muchas fallas, atrocidades en contra el idioma castellano, pero no a propósito, quizás por ignorancia, falta de preparación o porque la mente se ha cerrado hace tiempo en aprender, aunque cada día aprendo muchas otras cosas.

Mantengo la mente abierta, fértil a nuevas ideas, conceptos (desde lo absurdo, ridículo hasta lo incrédulo y difícil de entender), nuevas combinaciones, conjugaciones de lo verídico y ficticio. No se que tipo de huellas en la arena dejo atrás, pero espero que ustedes sean testigos antes de que el viento las borre con su poderío.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Marzo 26, 2011, en Baldwin Public Library.

Monday, May 16, 2011

O J O S

¡Pero abuelita, que ojos tan grandes tienes!!! Si, para verte mejor.

Esta mañana, como tantas otras, me enjuagué la cara con agua fría del grifo. Muchas veces cumplo este rito sin mirar al espejo o a la misma imagen que proyecto. El espejo es aquella persona que te dice la verdad, tu estado físico, y si se mira a los ojos, se puede ver mucho a fondo. No me gusta el espejo para mirar a la cara o sus detalles: las arrugas, las pecas, los lunares, los cortes de la afeitadora, los granos negros. Tampoco me gusta ver todo alrededor mis ojos, el cambio de color del pelo a traves los años, los lentes de aumento, el despegamiento sobre la frente calva. Todo alrededor los ojos cambia, los ojos permanecen constantes, iguales, ni su tamaño cambia, ni su color (los míos cambian cuando estoy expuesto al sol en la playa y se ponen de un color combinación café-verdes).

No me gusta el espejo, porque cuando me esfuerzo a verme por dentro, tan solo miro a los ojos. No engañan, ni con la mueca de alegría bien puesta, como la que he ensayado toda la vida para demonstrar en la oficina o sitios públicos. Mirando a los ojos no puedo pretender, ni fingir, ni actuar – los ojos dicen todo. Los ojos no han cambiado para nada desde la infancia, y me imagino que no cambiaran en el futuro, salvo una condición médica o un accidente inesperado.

A veces pillo a los ojos cuando estoy alegre, y aquella alegría es tan contagiosa, que el cuerpo, mente y alma, coinciden, en armonía total; una riqueza inigualable. También, no por ser melodramático, me gusta ver los ojos tristes. En ellos encuentro una sinceridad tan pura, la piel de la naturaleza expuesta, el corazón humano al abierto.

Los mejores ojos que más resplandecen inocencia y alegría son de los niños. Aquellos ojos tienen un brillar como de mil soles iluminados, un brillar tan preciado por los cazadores de la felicidad. Mira a cualquier niño sano y veras aquel resplandor de mañanas en la primavera, donde el rocío sobre la piel de la flor, enaltece el colorido de la vida. Aquellos ojos no se pueden replicar, y aquellos ojos cargados de inocencia no son para todos – una vez que desvanecen, se los llaman adultos.

Otros ojos que valen la pena mencionar, son la de los enamorados. Pero los ojos de alguien que de verdad esta enamorado, y especialmente aquel primer amor juvenil. Claro, que uno se puede enamorar a cualquier edad, y la muestra está en los ojos. Los ojos se ponen mas intensos, y el caminar mas ligero.

Al enjuagarme la cara esta mañana, vi en los ojos, aquel muchacho buen mozo, listo para ir a su clase del 3er grado, con la ilusión de un futuro brillante, lleno de oportunidades, esperanzas, chances. Los ojos permanecen iguales y mantengo el optimismo dentro de los mismos ojos que han visto la belleza de la vida, la tierra, la familia y el futuro.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Marzo 25, 2011, en Baldwin Public Library.

Tuesday, May 10, 2011

Japón, Marzo 2011



La tierra esta inquieta,
La madre naturaleza se manifiesta,
Y el hombre aguarda sin poder toda su fuerza.



Si yo fuese el planeta tierra, yo también estaría inquieto. Inquieto de tanta destrucción y descomposición, solo para que el tal llamado hombre pueda, mas que nada hacer sus ganancias a costa de mis bienes naturales, sobrevivir y prolongar su delicada existencia. Todo al paso queda intoxicado, el mar, el aire, la tierra, y quien sostiene, mantiene todo a todo vapor.

La madre naturaleza tiene su forma, sin vacilar en decirlo, que está molesta. No le gusta nada de lo que esta sucediendo. Ella estuvo aquí millones de años que cualquier homo-sapien puso pie plano en la superficie terrestre. El hombre con sus necesidades y comodidades, tiene que (des)construir ciudades, carreteras, tan solo para poder negociar de una población a otra. El hombre en su propio sitio no sobreviviría con los recursos limitados a su región. En donde había bosques y ríos, se lo aplanaron y rellenaron, para poner una carretera de asfalto. Para tener asfalto, tuvo que excavar del fondo de la tierra. Para constituir los materiales químicos, agua en el proceso se quedó descompuesta. El agua escurre al fondo para subir de nuevo y caer como lluvia sobre la piel. ¿Cuántas veces mas puede la tierra filtrar las impurezas impuestas por el hombre? ¿Cuántas veces el ciclo de la vida y muerte puede repetirse, hasta dejar nada de vida natural?

Los terremotos, maremotos, huracanes, sismos, temblores, son el idioma de la tierra. Pero el planeta también se queja de ser nombrado tierra cuando la mayoría de la superficie consiste de océanos. Imagínese, decir que vivimos en el planeta Océano, en vez de la tierra; que la tierra es tan solo el espacio que ocupamos para nuestra sobre vivencia. Si los países cambian de nombre a través de la historia, no es tiempo que cambiemos el nombre del planeta para reflejar su verdadera identidad – H20 con sal.

Quizás todos los eventos catastróficos que suceden a nuestro alrededor, aparte de recordarnos de verdad quien manda, es una manera siniestra de los espíritus omnipotentes de cobrar nuestras infracciones en contra de Pacha Mama, la madre tierra. No hay remedio, no hay ninguna formula que los ingenieros puedan desarrollar para construir ciudades capaces de aguantar y resistir las fuerzas naturales de movimientos dinámicos, horizontales y verticales. Existen opiniones opuestas en el mundo científico de que el planeta se enfría o se calienta – ese debate no importa, lo que si cabe notar es que los recursos naturales se agotan. ¿Podremos reforestar los campos para apaciguar a la tierra? De ninguna manera, la tierra gira alrededor del sol, es un planeta inquieto, y se manifiesta a su manera, cuando y como quiere. Si el planeta quiere auto-destruirse, somos hormigas ante su fuerza bruta. Si el hombre quiere auto-destruirse, el planeta no llorará por nosotros. Quizás sonreirá y dirá – al fin se fueron los inquilinos.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, marzo 12, 2011, en Baldwin Public Library.

Wednesday, May 04, 2011

Renuncio

En la serie de televisión “Seinfeld”, el personaje de George Constanza, dice “yo soy un gran renunciador, vengo de una familia de renunciadores – mi padre es un renunciador, mi abuelo es un renunciador; renunciar es lo mejor que sé hacer”. Durante unos exámenes médicos, el doctor me aconsejó que renunciara por el todo a la cafeína. Bueno, eso fue hace más de 20 años atrás y sigo coleando. Y como la palabra misma “consejo”, no es lo mismo que una evidente orden de obligación.

Supongo que la mayoría de la gente no le gusta renunciar, es como un acto de vencimiento, una tregua – la bandera blanca; un signo de debilidad, o de ser inadecuado para cierta actividad. En una carrera de natación, cuando tenia unos 11 años de edad, participaba en un medley de los cuatro estilos: mariposa, espalda, pecho y libre. Todo iba bien en la carrera, a pesar de que la tía-abuela me había dado unas pastillas para calmar los nervios, y estuve como medio torpe. En medio de lo que nadaba el estilo pecho, el agua de la piscina todavía chapoteaba después de que todos terminaron de nadar el estilo mariposa, el estilo que deja cada piscina patas arribas. En una de esas que salí a tomar aire, me vino una ola de agua dirigida hacia la boca abierta. Bueno, más tragué agua que aire, y casi me ahogo en medio de la carrera. Tuve que parar, renunciar, agarrarme de los carriles, sino me ahogaba, y no quería que vinieran los salvavidas a rescatarme cuando se supone que ya se nadar. En este caso no tenía ninguna opción, aunque fácil hubiera sido resumir nadando, pero para qué si ya todos los otros nadadores tocaron la pared, marcando el fin de la carrera. Sí todavía recuerdo aquel instante, es por que no me gusta renunciar, incluso cuando es adverso contra el bienestar o la salud.

Como mucha gente he renunciado de empleos cuando veo que la situación no va a mejorar, el aire profesional está nocivo, o cuando por alguna intuición veo el fin de la soga, y entonces, ¿con qué me sostendría? Lo interesante de renunciar empleos es que es una manera de conseguir aumentos en el salario y exponerse a nuevas ideas, métodos, sistemas, que le pueden servir a lo largo de una vida profesional. En estos casos, renunciar de empleos es momentáneamente triste, pero uno enseguida se olvida cuando empiezan los nuevos retos.

He renunciado por mi propia voluntad al alcohol y el cigarrillo. Ya estaba cansado de estar cansado al día siguiente, y me ponía a pensar en los efectos dañinos del alcohol al pobre filtro del cuerpo, el hígado. Tampoco quiero saber como el alcohol habrá perturbado los bancos de la memoria, y las pocas buenas células que me quedan y necesitaré en el futuro para no olvidarme el nombre o como amarrarme los zapatos. Renunciar el cigarrillo también fue fácil, lo analicé como algo artificial y ajeno al cuerpo. ¿Para qué carajo me meto nicotina en los pulmones cuando al mismo tiempo quiero respirar aire puro y limpio cuando salgo a las afueras? Era como una contradicción de mi filosofía personal.

Ahora estoy contemplando lo que me parece bien difícil: renunciar a la taza de café en la tarde, la que me da una prórroga de las locuras diarias. Más que nada lo hago es porque últimamente, la cafeína parece ejecutar sus reacciones químicas y mágicas en el momento mas inoportuno – a las dos de la mañana, cuando me levanta y no me deja dormir por mas de tres horas, y cuando me levanto, mejor dicho, el cuerpo se levanta, mientras el cerebro esta momificado por la falta de lo mas precioso: sueño. Necesito que el cerebro funcione con claridad, velocidad, agilidad, sino no valgo nada ahí como momia. La renuncia a la taza de café en la tarde todavía no es definitiva, quiero primero comprobar en las vinientes noches si es que duermo mejor. Ahora, si tan solo le pudiera decir a la vejiga que no me pida que sacie contenidos líquidos, amarillos, a la misma hora, a las dos de la madrugada. Mejor dicho, no me hagan caso, ya he renunciado a escribir más de mil veces y todavía sigo aquí con la misma cantaleta.

Escrito por Dirk Wojtczack Vecilla, Marzo 11, 2011